Fundamentos

El juego del calamar

Algún día deberíamos aspirar a no tener un proceso donde ocurre la incómoda situación de tener abogados eligiendo a abogados.

Una exitosa serie de origen surcoreano que se transmite en una de las plataformas más difundidas de la televisión comercial se llama El juego del calamar. En esta serie, un numeroso grupo de competidores arriesga la vida para participar en un torneo en el que van poniéndose obstáculos, pruebas y retos de todo tipo, de manera que paulatinamente se eliminan unos y otros, hasta que, al final, él o los sobrevivientes acceden a un gran premio.

La meritocracia debería ser el criterio para llegar al final en esta especie de juego del calamar.

Salvando las obvias distancias, el tortuoso proceso de comisiones de postulación tiene curiosas semejanzas con este programa televisivo. Los requisitos constitucionales y de ley, las formalidades que se deben llenar para presentar papelería, las evaluaciones y asignaciones de punteo por las ternas respectivas, las tachas, las entrevistas y exámenes de aptitud, las votaciones y finalmente el cabildeo a nivel del Congreso sugiere que los profesionales que aspiran a una magistratura deben sortear cualquier cantidad de retos antes de llegar a ser elegidos para el cargo. La elección de nuestras cortes es un camino largo, agotador y no exento de sorpresas.

Mucho se ha escrito sobre cómo el proceso de elección ha sido instrumentalizado en el tiempo. La comisión, originalmente pensada para ser una especie de comité de búsqueda de los buenos perfiles, se ha convertido en una gestora de miles de expedientes a la que le toca ver hasta los más mínimos detalles del proceso. Las discusiones sobre el lugar de las sesiones, sobre cuándo se integran formalmente las comisiones o quienes las presiden son ejemplos de cómo las complejidades se van sumando a las ya existentes de procesos anteriores. Hoy que estas han sido superadas, toca la parte más compleja, que es el filtrado y análisis de las hojas de vida. Es aquí donde las pruebas del calamar se multiplican.

Los criterios de calificación suelen ser la medida del chaleco por medio del cual unos quedan de entrada favorecidos y otros no. Aun cuando estos criterios son referentes importantes, no deberían ser definitivos, pues hay elementos intangibles o no cuantificables que son igual o más relevantes. Me refiero a la disciplina de trabajo de los aspirantes, a la rigurosidad de sus criterios, a su comportamiento de vida. Siempre se ha dicho que si nos atuviéramos a aplicar las tablas de gradación como las diseñaron en los últimos procesos, probablemente profesionales y funcionarios ejemplares como don Arturo Herbruger Asturias no hubieran nunca podido superar el corte. Así que el reto que tienen los comisionados es aplicar buen criterio y no solo cuantificar y darles un valor numérico a las hojas de vida.

Algún día deberíamos aspirar a no tener un proceso donde ocurre la incómoda situación de tener abogados eligiendo a abogados —con un sugerido conflicto de interés— o donde se exige por formalismo hablar de la honorabilidad de un colega en público —con el efecto de que rara vez alguien la cuestione—, o donde los delegados actúan en función de promover o colocar a sus colegas. Ojalá tuviéramos un auténtico proceso de oposición, un meditado análisis de cualidades y virtudes personales y una certificada evaluación del desempeño profesional como criterios para fundamentar la decisión final de la comisión. Mientras ese cambio ocurra, nada obsta para que algunos de estos criterios estén presentes en este proceso.

La meritocracia debería ser el criterio para llegar al final en esta especie de juego del calamar.

ESCRITO POR:

Roberto Ardón

Es abogado y notario. Cuenta con un posgrado en Empresas y Derechos Humanos y ha realizado estudios en gerencia de organizaciones empresariales, resolución de conflictos, estrategia de oratoria y análisis político. Desempeñó un alto puesto ejecutivo en la dirigencia gremial desde 1994 hasta 2023. Actualmente se desempeña como Gerente de Asuntos Corporativos de Banco Industrial. Ha sido catedrático titular del Instituto Latinoamericano de Gerencia de Organizaciones Empresariales y en dos universidades del país. Formó parte del grupo promotor en la constitución del Consejo Económico y Social (CES), y es egresado del Central American Leadership Initiative (CALI). Es autor de los libros “Los debates políticos en Guatemala” publicado en marzo de 2015; “Triunviratos”, presentado el 10 de julio de 2019: “El Caso No. 21”, en mayo de 2021, y de “Rivalidades”, septiembre de 2023. Es miembro de la junta directiva de la AGG, fundador del Foro de Profesionales Landivarianos y conductor del podcast Generaciones en Contraste.

ARCHIVADO EN: