El engaño del salario mínimo
Fijar salarios mínimos por decreto por encima del mercado afecta a los trabajadores marginales, quienes no producen lo suficiente para cubrir el costo del producto que venden.
A pesar de que en economía se sabe que un salario mínimo por encima del salario de mercado causa desempleo, los gobiernos continúan decretándolos cada año. Esta es una realidad conocida tanto por los sindicalistas como por los políticos. Sin embargo, la ignoran porque es más fácil promulgar un aumento salarial, quedar bien con los trabajadores más eficientes y hacerse el loco con los más vulnerables.
Algunas personas afirman que no hay tal desempleo y que, si se deja en manos del mercado la fijación de salarios, los trabajadores no ganarán nada. Otros argumentan que los empleados no obtienen lo que realmente merecen. Sin embargo, en un mercado libre, sin la intervención de leyes de salarios por decreto, el salario se determina por la oferta y demanda del trabajo. Para ello, planteemos las siguientes preguntas y respondámoslas honestamente:
¿Cuál sería el salario máximo de mercado que puede pagar una empresa? La respuesta es sencilla: no puedes pagar más de lo que los consumidores están dispuestos a pagar por el producto que vendes, lo cual incluye el costo de la mano de obra. En otras palabras, lo máximo que se puede pagar es el valor del producto o servicio que genera el trabajador y que le permite cubrir su salario. Si lo que produce un empleado no genera ingresos suficientes para cubrir su salario, entonces su puesto desaparecerá o la empresa quebrará.
Fijar salarios mínimos por decreto por encima del mercado afecta a los trabajadores marginales, quienes no producen lo suficiente para cubrir el costo del producto que venden. Los más vulnerables son los jóvenes que comienzan a buscar empleo y no encuentran, así como los mayores que se vuelven menos productivos. De esta manera, la fijación de salarios mínimos por decreto es extremadamente cruel. Si los políticos y los sindicatos tuvieran esto en cuenta, no recomendarían medidas que perjudican a los más vulnerables en la sociedad.
Si lo que produce un empleado no genera ingresos suficientes para cubrir su salario, entonces su puesto desaparecerá o la empresa quebrará.
¿Cuál sería el salario mínimo de mercado, no el que fija el gobierno, sino el que puede pagar una empresa si existiera libertad de contratación entre el trabajador y el empresario? Sería el que pagan los competidores, es decir, las demás empresas. Nadie puede contratar a alguien por menos de lo que ofrecen las demás. No es cierto que, si no existieran salarios mínimos por decreto, los empresarios no pagarían a sus trabajadores, ya que estos se irían a donde mejor les pagan. Para poder retener a un trabajador, necesitas ofrecer un salario competitivo, entre otras cosas.
La única forma de lograr un incremento real en los ingresos de los trabajadores es aumentando la demanda de trabajo, es decir, con mayor inversión en capital, maquinaria y equipo que incrementen la productividad. Esto significa construir más fábricas o ampliar las existentes. Esa es la única forma de generar más empleos permanentes y aumentar el salario real. Es necesario facilitar la formación de capital y que más empresas deseen invertir en Guatemala, generando productos que permitan contratar más trabajadores. Cuando haya un mayor capital invertido per cápita, los salarios reales comenzarán a incrementarse. Por esta razón, en los países desarrollados, donde hay más capital per cápita, el salario de una persona es mayor al realizar el mismo trabajo que en un país subdesarrollado.
Finalmente, la fijación arbitraria de salarios mínimos por encima del mercado fomenta el cierre de algunas empresas marginales, la economía informal y la inmigración. Decretarlo es un espejismo, un engaño a los trabajadores. Esto es justo lo contrario de lo que deseamos para lograr una mayor mejora en el nivel de vida de los ciudadanos.