A CONTRALUZ

El desastre de la educación

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La educación es una de las áreas que demuestran el desastre del gobierno de Alejandro Giammattei. Durante los tres años que duró la pandemia, esta administración tuvo la oportunidad no solo de remozar la infraestructura de la educación pública, sino realizar cambios de calidad en el contenido. No hubo ni lo uno ni lo otro. Ahora que retornan los estudiantes a las clases presenciales encuentran que casi todo sigue en la misma situación calamitosa que había antes del confinamiento. Y eso que el mandatario ha dicho que la titular de Educación, Claudia Patricia Ruiz, es uno de sus mejores funcionarios. Padres de familia, niños y jóvenes encontraron los establecimientos educativos en pésimas condiciones porque la brillante ministra no tomó previsiones para resolver mínimamente la falta de pupitres, aulas en malas condiciones y la carencia de maestros, principalmente en el área rural.

' La ministra Ruiz se esfuerza por tener contento al sindicato magisterial, mientras la calidad educativa está por los suelos.

Haroldo Shetemul

Guatemala invierte poco en educación. El gasto público en el 2020 se situó en 3.3% del PIB. Tal situación contrasta con la inversión educativa en el istmo. Belice invirtió 8.7% del PIB en educación; Costa Rica destinó 6.7%; Honduras, 6.4%, y El Salvador, 4.1%. Lo anterior quiere decir que, de la región centroamericana, nuestro país es el que menos invierte en educación, pese a que esta se considera la puerta para el desarrollo. Aún así, el presupuesto no se destina en mejorar la educación, sino en pagar salarios, gracias al pacto colectivo entre Joviel Acevedo y el Mineduc. El observatorio del presupuesto, instancia del Cacif, señala que la mayor parte de recursos de esta cartera se va en pago de salarios, bonos, horas extra, aporte al Seguro Social, dietas y gastos de representación, entre otros. Entonces se observa cómo Acevedo es uno de los factores que hace estragos en la educación del país.

Mientras la ministra Ruiz se esfuerza por mantener contento al sindicato magisterial, la calidad educativa está por los suelos. Durante la pandemia, el Mineduc envió guías de estudio para los estudiantes, cuyo contenido había sido extraído de Wikipedia, sin mayor control en términos pedagógicos. O sea, para qué tanto experto en educación, si finalmente toman textos de internet a diestra y siniestra. El resultado es obvio: las pruebas diagnósticas del propio Mineduc muestran un total rezago educativo durante la gestión de la ministra Ruiz. De unos dos millones de educandos evaluados en todos los niveles, se comprobó que, en Comunicación y Lenguaje, el 65% de estudiantes de primaria no logró el nivel de aprendizaje esperado en habilidades de lectoescritura. En matemáticas, el 62% de los alumnos de primaria no alcanzó los niveles requeridos para el grado que cursaba. En el nivel básico los resultados fueron más devastadores: el 81% de estudiantes no alcanzó los niveles requeridos en Comunicación y el 78%, en Matemáticas.

Cuando tomó posesión de la presidencia, el 14 de enero del 2020, Giammattei aseguró que iba a colocar la educación como el eje central del futuro del país. “Apostemos a la educación como el único seguro de un futuro próspero”, dijo. Tres años después, ese ofrecimiento se lo llevó el viento. Según el Banco Mundial, el 21% de niños y jóvenes en edad escolar no están matriculados en ningún nivel educativo. La marginación de las poblaciones indígenas es más ostensible por la ausencia de infraestructura y programas dirigidos a estos pueblos. Y quienes regresan a las clases presenciales este mes, encuentran edificios educativos destartalados, sin servicios básicos como agua o energía eléctrica, sin escritorios y mucho menos planes de estudio actualizados. Más aún, el Ministerio ha recortado la inversión en materia de tecnología, como equipos de computación, lo cual es un serio retroceso para una educación acorde a las exigencias del mundo actual. Un verdadero desastre.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.