Florescencia
El departamento 23 merece más apoyo
Es la Guatemala fuera de Guatemala pero con Guatemala en el corazón y el aporte económico nacional en las manos.
Existe un departamento guatemalteco que se ha convertido en el más poblado y en el mayor generador de ingresos para la economía nacional. Lo más curioso es que se ha construido a partir de todos los guatemaltecos que se han tenido que ir por falta de oportunidades laborales.
En algunas campañas, sobre todo en favor de acceso al voto en el extranjero, se le ha llamado Departamento 23 a la comunidad guatemalteca migrante en EE. UU., que actualmente abarca a 3.2 millones de connacionales, de los cuales más del 50% envía remesas en dólares a sus familiares: padres, hijos, cónyuges, que inyectan este recurso a la economía nacional a través del consumo de alimentos, compra de insumos para construcción, pago de educación (desde primaria a universidad), inversión en emprendimientos (talleres artesanales, comercios, servicios), adquisición de electrodomésticos, vehículos, computadoras, conectividad y mucho más.
En 2024 se romperá de nuevo el récord de remesas. Van más de US$10 mil millones en el primer semestre y, de acuerdo a las tendencias de segundos semestres y proyecciones del Banco de Guatemala, el monto a final del año podría superar los US$21 mil millones: casi Q160 mil millones, cifra muy superior al presupuesto nacional vigente.
Se trata de un ingreso real, concreto, plausible, pero tiene un alto costo y no es una tendencia sostenible. El alto costo es porque implica la separación de familias, requiere grandes sacrificios para vivir en EE. UU. y a la vez generar recursos para el envío. Los migrantes tienen dos y hasta tres empleos, con extenuantes jornadas. Pero sin duda alguna —algo que puedo atestiguar—, la mayor angustia es el temor constante de ser detenidos y deportados por estar en situación migratoria irregular —por no decir “ilegal”—.
Los migrantes merecen ser dignificados y la procura de un TPS debería ser prioridad para el actual gobierno.
El año de elecciones en EE. UU. revive fuertemente ese miedo, sobre todo debido a las amenazas de políticos que usan a los migrantes para culparlos de manera prejuiciosa. Esto es injusto porque los migrantes, sobre todo los guatemaltecos, son conocidos por su espíritu de trabajo, dedicación, amabilidad, respeto, creatividad y don de servicio.
Guatemala es un país aliado geostratégico incondicional de los Estados Unidos. Sin embargo, los gobiernos de este país no han otorgado todavía un estatus de protección temporal, conocido por sus siglas TPS, a los guatemaltecos. El TPS se ha otorgado a otras naciones, que incluso le han dado la espalda a EE. UU., que tienen gobiernos dictatoriales y que no tienen políticas de reciprocidad en materia de seguridad y democracia. ¡Guatemala merece un TPS! Sería un gesto de buena voluntad, solidaridad y coherencia humanitaria que permitiría a muchos migrantes volver a visitar a sus familias, traer más recursos y fortalecer empleos directos e indirectos en su país.
Se necesita de un pronunciamiento respetuoso pero firme del gobierno guatemalteco en favor de sus ciudadanos. Mi admiración al trabajo de distintas organizaciones guatemaltecas que buscan el TPS para nuestros compatriotas —en especial para La Red Migrante Guatemalteca, que busca firmas de adhesión a la solicitud de TPS en 41 Estados—. Van 118 municipalidades guatemaltecas que han enviado su carta de apoyo; también hay ciudades de EE. UU. que ya solicitaron al gobierno de Joe Biden aprobar el TPS. Pero aún falta más apoyo.
Las remesas son un pilar fundamental de la economía guatemalteca pero son más que dinero: son sacrificio, nostalgia, amor, solidaridad y afán de superación. Por ello deben ser correspondidas con atención digna a esos guatemaltecos de todas las regiones que hoy viven en el departamento 23. Están fuera del territorio nacional pero llevan a Guatemala en el corazón.