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El bot del fin del mundo

La manipulación de la inteligencia artificial amenaza a la humanidad desde lo nimio a lo grave.

La inteligencia artificial ha ingresado en las pantallas de lectura de teléfonos digitales, tabletas y computadoras. No hay control sobre los límites e instrucciones que conlleva, pero sorprende en su capacidad de ofrecer opciones privilegiadas para el gusto del operador sobre la base de la historia de su escogencia pasada. Así, es corriente en los sitios de música el ofrecimiento de melodías donde se guarda similitud en ritmos o temporalidad. El gusto personal parece ser conocido para elaborar un corral intelectual para apacentar en la autocomplacencia mientras transcurre el tiempo, pues solo aparece el acondicionamiento de variaciones similares.

La manipulación de la inteligencia artificial amenaza a la humanidad desde lo nimio a lo grave.

Al programa de computadora capaz de automatizar los ofrecimientos, sin supervisión inmediata, se le conoce como bot. Basta recopilar las decisiones asumidas por un sujeto humano en el pasado para entregarle nuevas opciones dentro de un marco donde se ha definido su subjetividad. Si solo se tratara de asuntos estéticos: imágenes, ritmos o temas cotidianos, sería anecdótico. El punto de angustia refiere precisamente a encerrar la libertad del sujeto, sin alertarlo sobre el empobrecimiento del abanico de posibilidades omitidas.

La alarma salta cuando se refiere a temas políticos y sociales. El sesgo es característico de la política repetitiva de lemas y condenas dominantes en los centros concentradores de la emisión ideológica arbitraria. No crea estas afirmaciones, haga por sí mismo una prueba del sesgo woke existente en la personalidad de estos bots digitales. Pida una explicación sobre el lawfare en Guatemala y verá a los personajes privilegiados por la inteligencia artificial. ¿Quién hizo el programa? ¿Por qué existe una inclinación ideológica patente en las respuestas? ¿A quién beneficia o qué potencia está interesada en esa inclinación política?

La diferencia entre un bot y un robot es precisamente un asunto de personalidad. Mientras el bot es un programa que imita el comportamiento humano, es decir tiene un componente intencionado por su creador, el robot opera sobre la base de instrucciones para ejecutar tareas en gran parte materiales. El bot, supuestamente, tiene ciertas reglas que le impiden realizar tareas deseadas por el sujeto solicitante, mientras el robot carece de prohibiciones. Pero esto se ha pervertido.

Isaac Azimov (*1920 +1992) fue consciente del peligro directo de la inteligencia artificial. Por ello, pensó que debería haber tres leyes manifiestas: 1. No causar daño a un ser humano. 2. Cumplir órdenes sin conflicto con la primera ley. 3. Proteger su existencia. Esta última es contradicha por los drones suicidas, con inteligencia artificial, para destrucción de objetivos. En efecto, uno de los problemas del kamikaze sin piloto consiste en ser dirigidos por señales radiales que pueden ser interferidas. Por lo tanto, si se les dota de autonomía para no necesitar la dirección remota, supuestamente es imparable, salvo derribo por un similar. Vladímir Putin presentó el misil Kinzhal (daga, en ruso). Está cargado de armas nucleares, realiza maniobras evasivas y viaja a velocidad hipersónica, para iniciar el proceso de ataques y contrataques con armas atómicas, destruyendo a la humanidad. Se convierte en realidad la obra de cine de 1964 titulada el Doctor Strangelove o cómo el amar la bomba me alejó de preocupaciones. Vale contar el final, y arruinar la película, a los jóvenes, pues refiere una inteligencia artificial dotada de respuesta automática una vez habida la primera explosión, pues podía ser que no hubiera humanos en continuidad del afán destructivo.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.