Godot ha llegado

Divide y vencerás

La región de América Latina y el Caribe sigue estando tan dividida que invita a cualquier potencia internacional a ejercer su influencia.

Uno de los grandes éxitos que tuvo Roma para expandirse desde la república hasta el imperio fue aplicar la máxima militar divide y vencerás. Aplicando la misma lograron ocupar toda Europa occidental, lo que hoy es Inglaterra, el sudeste europeo, el Cáucaso, el norte de África y el Oriente Próximo, controlando así el mar Mediterráneo y el mar Negro. Dicha máxima aplica no solo como estrategia militar, sino también como estrategia política y permite a una potencia ocupar, controlar o influir en determinadas regiones.


Si bien las épocas de los imperios clásicos han relativamente terminado desde finales de la segunda guerra, las políticas imperialistas siguen a la orden del día, al punto de que el autor Parag Khana, en su libro El segundo mundo (2008), hablaba de relaciones interimperiales en vez de relaciones internacionales, y destacaba a Estados Unidos, China y la Unión Europea como los tres nuevos imperios contemporáneos. Tres lustros después esta configuración ha ido cambiando, ya que la Unión Europea se ha estado desinflando, mientras que Rusia, Irán y, en cierta medida, Arabia Saudita buscan llenar espacios. Pero sea quien sea, la máxima romana sigue siendo efectiva para lograr el control sobre una región y convertirla en un área de influencia que funcione de acuerdo a los intereses de la potencia.


Los Estados Unidos fueron muy hábiles en alcanzar esto con pequeños logros en el siglo XIX hasta llegar a tener una política claramente imperialista para el cambio de siglo con los gobiernos de William McKinley y luego Teodoro Teddy Roosevelt y su famoso corolario a la doctrina Monroe, que, entre otras cosas, aseguraba: “Nuestros intereses y los de nuestros vecinos del sur son en realidad idénticos…

América Latina y el Caribe se encuentra tan dividida como hace más de un siglo.

Interferiríamos con ellos solo como último recurso, y aun entonces solo si se hiciera evidente que su inhabilidad o su falta de deseo para hacer justicia en el propio país y fuera de él hubieran violado los derechos de los Estados Unidos o hubieran invitado la agresión extranjera en detrimento del cuerpo entero de las naciones americanas” (1904–1905). Con este corolario, que funciona como una enmienda a la doctrina Monroe, Estados Unidos define “lo bueno y lo malo” en el proceder tanto de las políticas domésticas como las exteriores de los países del hemisferio occidental y en qué momento se debe intervenir y con qué nivel de fuerza. El corolario también define el proceder de la recién creada Unión Panamericana (1890), que fue el precedente de la actual Organización de Estados Americanos (OEA).


A pesar de que Estados Unidos haya perdido su nivel de influencia en la región, América Latina y el Caribe se encuentra tan dividida como hace más de un siglo. En otras palabras, le ahorramos el esfuerzo a cualquier potencia que quiera ejercer su influencia en la región, ya sea China, Rusia o la Unión Europea. No hay un liderazgo regional y como países somos incapaces de solucionar nuestros propios problemas, como el caso de Venezuela o la dictadura en Nicaragua. Más incapaces resultan ser organizaciones regionales como la OEA, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac) y Caribeños y nuestro Sistema de la Integración Centroamericana (Sica). Entonces no hay que quejarnos tanto de las intervenciones extranjeras cuando nosotros les hemos hecho ya la primera parte de la máxima al estar divididos.


¡Feliz domingo!

ESCRITO POR:

Roberto Wagner

Licenciado en Relaciones Internacionales por la UFM. Maestría en Relaciones Internacionales con especialización en Geopolítica (Warwick University, Reino Unido). Exdiplomático, profesor universitario, columnista, consultor y analista político independiente.

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