PLUMA INVITADA
Diccionario Político Chapín 2019 (T-Z)
Tinta indeleble. Antes servía para evitar que votara dos o más veces, ahora para que se tome una selfie y la comparta en Facebook. Nuestra realidad anterior de fraude era patética, la de ahora con social media… también.
Tribunal Supremo Electoral. Los dioses del proceso electoral trabajan cuatro años en su Olimpo, alejados del mundanal ruido, para organizar un único espectáculo que dura un día y solo unas horas de ese día, pero el cual tiene que resultar intachable.
' Voto preferencial. En Latinoamérica se ha inventado de todo para mejorar nuestros gobiernos, pero los políticos salen de la misma calaña.
Pablo Rodas Martini
Urna electoral. Nombre elegante, latinazo, para designar a las bolsas de plástico donde usted deposita su voto. Las primeras urnas romanas servían para depositar las cenizas de los muertos; ahora reciben las de nuestras esperanzas.
Vallas políticas. Letreros callejeros gigantescos con las fotografías de sujetos que le sonreirán cuando ande en la calle. No se deje engatusar; esas sonrisas de oreja a oreja solo persiguen un objetivo: arrebatarle su voto.
Voto cruzado. Cuando vota por presidente para un partido y por diputados por otro. Anhelo de partidos pequeños. Saben que les irá muy mal con la presidencia y quieren arrebatar al menos unas curules.
Voto electrónico. Véase Hackers rusos. De seguir Guatemala como va, quizás sus tataranietos voten de electrónicamente, asumiendo, por supuesto, de que el país todavía existe pues para ese entonces Guatemala quizás sea una provincia mexicana o colombiana.
Voto en el extranjero. Anhelo de todos los países latinoamericanos. Sin embargo, aquellos que lo han intentado se han topado con un resultado precario: muy pocos votan. En otras palabras, cada voto termina costando una fortuna, algo así como la educación y la salud de un niño del interior durante todo un año.
Voto en blanco. Si dejó una papeleta en blanco es que es un olvidadizo; si dejó dos es que tiene principio de Alzheimer; si dejó tres o todas… usted está ya más allá que acá.
Voto nulo. Años atrás habría dicho que era una falta de responsabilidad ciudadana. Ahora, después de tantísimo desmadre en el país por parte de políticos viejos o jóvenes, hombres o mujeres, casados o solteros, de derechas o de izquierdas, cachurecos o ateos, ladinos o indígenas, altos o chaparros, flacos o gordos, extrovertidos o tímidos, bien parecidos o feos, estudiados o sin estudios, straight o LGBTQ, del Barcelona o del Real Madrid, etc., es decir, después del gran desmadre en que se encuentra el país tanto a nivel de la casa presidencial, del Congreso o de la gran mayoría de alcaldías… yo me daría el enorme gusto de escribir una X gruesa e inmensa en las cinco papeletas electorales para anular mis votos este 16 de junio, placer del cual, lamentablemente, tendré que prescindir por estar residiendo un tanto lejos de Guatemala.
Voto parejo. Cuando vota para presidente y diputados por el mismo partido. El anhelo de los partidos grandes; ni modo, quieren para sí casi todo el pastel: la presidencia y la mayoría en el Congreso.
Voto preferencial. No existe en Guatemala. Usted vota para diputado por un partido y además selecciona al diputado que prefiere de esa lista. En Latinoamérica se ha inventado de todo para mejorar nuestros gobiernos, pero los políticos salen de la misma calaña.
Voto válido. Si no votó nulo y si no dejó la papeleta en blanco, usted es un gran optimista, un gran ingenuo, un afiliado a uno de los partidos, o uno de los candidatos.
Votante. Deliberadamente dejé esta palabra de último en el diccionario; el simbolismo es claro: aunque todos los candidatos le digan lo contrario, usted, al final de cuentas, es el que saldrá peor y de último de estos comicios electorales.