RINCÓN DE PETUL

Derecho de la Landívar: ¿A dónde se fue el protagonismo?

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Era 1991 cuando ingresé a las aulas de la Facultad de Derecho en la Landívar. Hijo de casa donde las profesiones eran otras, mi más cercano referente familiar de la carrera era mi abuelo, quien la había ejercido en tiempos ya muy remotos. Pero era evidente que ese no era el caso de todos los nuevos compañeros. La facultad estaba colmada de hijos de abogados que se hacían notar rápidamente con los términos que usaban y en su forma de hablar. Conocían ya instituciones jurídicas que uno, de novato, apenas escuchaba por primera vez. Pero también se notaba que había algo más que ya vivían desde antes estos togados de segunda o tercera generación. Y es que muchos eran también hijos de actores importantes en el gremio y la política nacional. Solo en mi pequeña aula de primer ingreso recuerdo que ahí estaban los hijos de dos presidentes del Colegio de Abogados (Bonatti y Contreras) y también los de magistrados o presidentes de la Corte Suprema (Meneses de Jáuregui y Rodil).

' La Facultad se presentaba como una formadora de liderazgo —jurídico y político— al más alto nivel.

Pedro Pablo Solares

Haciendo un recuento sobre esa época, nuestra escuela estuvo colmada de quienes pretendían suceder a las más protagónicas figuras del quehacer nacional. Salir al pasillo era toparse con los hijos del entonces ómbudsman, y luego presidente de León Carpio. Pero también con los del presidente Vinicio Cerezo. Se daba uno la vuelta y se encontraba a los Reynoso; a Balsells. Se veía uno con Ortiz, con Quiñónez, y tantísimos más que eran hijos de magistrados de las más altas cortes, hijos de ministros de Estado, de miembros de la Junta Directiva y del Tribunal de Honor del Colegio, y presidentes de poderes del Estado. La corrupción era también entonces una preocupación principal. Y entre los casos habrá habido más de una que no fue honrosa. Pero me atrevo a pensar que entre esa élite predominaba un aire que aspiraba a la buena ciudadanía. Estudiantes que aprendían bajo cánones de integridad. Y con una especial ilusión democrática-constitucional, que aún era viva en ese entonces.

En ese tiempo la Facultad de la Landívar, sin duda, se presentaba como una formadora de liderazgo —jurídico y político— al más alto nivel. Común era escuchar a los catedráticos repetir la letanía: “Miren patojos, aprendan bien porque de aquí saldrán los próximos presidentes, ministros, diputados y magistrados”. Y nosotros, confieso, lo creíamos. Y es que también por esas aulas habían pasado quienes conducían los aparatos públicos y gremiales. Entre otros, nuestra decana, Carmen de Colmenares, presidiría el Tribunal de Honor del Colegio. El presidente de la República siguiente sería abogado landivariano (de León). El que le seguiría, también estudió en la Facultad (Arzú). Y también Berger, que vendría dos períodos después. Ministros, como la canciller Maritza Ruiz de Vielman. Y gente de la talla del licenciado Gabriel Medrano que decoró notablemente nuestro tribunal electoral. Derecho de la Landívar formó el liderazgo en el intento de transición hacia una democracia de posguerra.

No creo equivocarme al decir que hoy la dirección del país no pasa por una formación universitaria. Ni de la Landívar, ni de ninguna otra casa. Nuestro Gobierno está podrido, en drástico declive. Cabe denunciar a los sectores y personas que ocupan el Gobierno. Pero también cuestionar a las instituciones formativas, como nuestra Facultad, que evidentemente fueron superadas en una importante faceta de su misión natural. Esa de formar no solo técnicos profesionales, sino, además, a las figuras que han de ocupar protagonismo en los asuntos de Estado. Ayer vi al nuevo ómbudsman tomar posesión y añoré a aquél aún enérgico licenciado Ramiro de León Carpio. Hace cincuenta años, Landívar formaba a quienes presidirían al país. Hace treinta, a quienes creíamos que algún día sucederíamos. Hoy, excluidos de lo público, relegados en lo que es importante, y superados por los alfiles de la cleptocracia, es momento de preguntarnos sin vacilar. ¿Qué se hizo mal adentro de la casa?

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.