Rincón de Petul
Deportaciones de don Trump. Escenarios
Hoy —nuevamente— nos queda depender del incumplimiento.
Bueno, pues. Ganó don Donald Trump y nuevamente nos podemos imaginar escenarios sobre lo que prometió y lo que el ahora electo dice que cumplirá. Nos preocupa su promesa principal en su agenda antimigratoria. Y es que esta vez, contrario a 2016, ya no habló nada sobre la construcción de muros. Muros que, en ese entonces, insistió y escribió sobre piedra que sería la idea genial para detener lo que él identifica como una invasión de inmigrantes en su país. No. Ahora giró directo al corazón de las comunidades extranjeras. “Conduciré la campaña de redadas masivas más grande de la historia de este país”, repitió una y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez, en cada mitin, en cada discurso, en cada una ocasión en que se le puso enfrente una cámara y un micrófono. Si mejorar la economía es su promesa general, el expulsar a millones de extranjeros indocumentados parece ser una vía expedita para ese fin, en un absurdo pero ahora real futuro que se aproxima. ¿A cuántos? Parece que él es el primero que no tiene una idea del tamaño de la población indocumentada. Grabadas están sus proyecciones entre un rango de uno y treinta millones de personas. Lo más cierto es que quién sabe. A algunos les motiva y entretiene esta sangre. A quienes no, dependemos de su incapacidad de cumplimiento.
Pero Donald Trump es Donald Trump, así que claro tenemos que a lo largo de su larga vida lo que dice puede ser; pero también pueda que no. O que sí, pero variado. O, quien sabe, tal vez totalmente diferente. El hombre es un virtuoso en salirse con la suya. Bien dijo y quizás no exageró al asegurar que si le disparaba a alguien en plena calle no perdería simpatías. Así que el intentar descifrar aquí sobre si cumplirá su palabra cuando promete deportar “masivamente” a millones de migrantes trae su riesgo inevitable.
En fin, Trump es Trump, y lo que prometió puede ser; pero también pueda que no. O que sí, pero variado. O, quién sabe, tal vez totalmente diferente.
Aun, esos discursos no son tan poquita cosa, ¿verdad? Arrasar con la vida de quien lleva años allá, digo yo, tiene importancia. Pero ahora mejor lo aclaro, ya que los resultados claramente indican que la mayoría no piensa así. Ni siquiera entre los hispanos existió la esperada oposición a este tipo de amenaza. Hablé con un amigo huehueteco en el norte de Georgia. Simpatiza con Trump el amigo. “Él no va a cumplir”, dijo confiado. Recordé una columna que publiqué en 2016, titulada “Cuando dependemos del incumplimiento”.
Hay escenarios posibles sobre las redadas. De menos a más drásticos, enumero cuatro aquí: A. “El demagógico”. Nuevamente mintió y simplemente retornará a quienes intentaban pasar por la frontera, continuando el cierre del asilo. Su público lo aplaudirá. B. “El imitemos a Obama”. Sumar al grupo anterior a delincuentes capturados. Su público no distinguirá el parecido con quien detestan y también lo aplaudirá. C. “El ilusionista”. Este ya trae lágrimas y un poco de todo lo que retuerce la entraña, el alma y el corazón. Al estilo de Postville (2008) o Jackson (2019), ejecutar un manojo de redadas en fábricas o plantas, capturando en cada una a unos mil. Ante el arresto de sus padres, las imágenes de niños llorando son parte del crudo circo. Eso no inmuta a sus alienados fanes. Lo pensarán un mal necesario. También aplaudirán. Y, por último, un cuarto y fatídico escenario, el D. El sangriento. El cumplimiento efectivamente de un plan que expulse poblaciones. Cien mil. 200 mil. Medio millón o más. Para el caso de nuestro país, millones están allá vulnerables de deportación. Hoy nos queda depender del incumplimiento, pero tal vez haya esperanza. En fin, Trump es Trump, y lo que prometió puede ser; pero también pueda que no. O que sí, pero variado. O, quién sabe, tal vez totalmente diferente.