LA ERA DEL FAUNO

Del básquet al bo-taoshi cabalgan alfiles: Una locura

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Mi cabeza es un juego entre rojos y cremas, me dijo un amigo. No sé si se refería a que tenía pensamientos intrascendentes o muy importantes; un encuentro de ideas o algo aburrido, no lo sé.

Me quedé así, mudo, pensando que para ordenar los pensamientos bien puede uno darles forma de balón. Miles de balones. Cada uno, una idea, un concepto, un propósito, una palabra. Uno puede organizar dentro de la cabeza un juego de básquetbol. Tomar con las dos manos cada intención, flexionar las rodillas y brincar al tiempo que la lanza para hacerla entrar en el aro de la realidad, de manera que cuadre lo que se piensa con lo que se hace.

' El ajedrez, como la humanidad: peones partiéndose la cara por defender a un caballo.

Juan Carlos Lemus

Pero como hay pensamientos punzantes, no como balones, sino de esos que se pelean entre ellos, la cosa se complica. Imaginemos un razonamiento tratando de atravesar con su espada al otro, arrinconándolo con saña. Ni siquiera como esgrima, con sus reglas y cortesías: intentan herirse y de pronto son dos ideas con navajas que se revuelcan sobre el piso cerebral. Se van a matar, grita el graderío, se van a matar. Mas por mucho que se somaten se levantan frescas, de nuevo al centro del cuadrilátero, donde hay un dios que todo lo ve, o sea, un réferi (uno mismo) que está más del lado de una que de la otra y acabará favoreciéndola.

Hay pensamientos karatecas. Hacen guasas, danzan uno frente al otro como aves antes de atacarse. No se sabe si se preparan para la pelea o se cortejan. Uno de ellos patea al adversario. Ambos pierden la cordura y terminan peleando como luchadores rudos, enmascarados que se baten por toda la cabeza reventándose sillas en la espalda. Y detrás de cada uno de esos razonamientos hay otros que son los de su pandilla, a coro, los azuzan: no te dejés, despedazalo. Es el choque marero entre ideas perdedoras contra las utopías, las distopías y la mara realista. Idealismo versus realismo. Esta noche. Dos de tres caídas. Máscara contra cabellera. Entrada gratis.

Y, por último, antes de que mis ideas u ocurrencias me lleven a listar todos los deportes y acabe metiendo hasta la fórmula 1; por último, convoco al ajedrez y al bo-taoshi. Con el primero me vienen ideas marginales. Más bien, sobre nuestra marginalidad y mansedumbre al yugo. Jerárquico, el ajedrez nos describe, a la humanidad. Peones partiéndose la cara por defender a un caballo, que a su vez da la vida por proteger a su rey. Blancos y negros se sacrifican para que pueda la reina gozar de sus privilegios y el rey, su inmortalidad. Las ideas propias y ajenas se atacan en diagonal, en línea recta, se disparan bolas de cañón desde sus torres y todo por mantener a un par de tiranos y vividores.

El bo-taoshi no es propiamente un deporte, pero díganme si es o no divertido. Para esta práctica, imaginemos una cancha con trescientas personas. 150 hacia allá, 150 hacia acá. De ahí corren a partirse la madre. Se montan unos sobre las espaldas de otros dándose patadas y puñetazos. Una muchedumbre intenta mantener vertical un poste en cuya punta está encaramado un pensamiento, una idea terca, qué sé yo.

El gran invento de la humanidad fueron las palabras desordenadas. Este domingo, del futbol al bo-taoshi cabalgan los caballos entre damas chinas y luchadores en mi cabeza. Una locura. No sé qué hacer con las palabras. Las he puesto aquí por años y hoy, voluntariamente, suspenderé esa práctica. Agradezco a mis lectores. Un parte de mis pensamientos me dice que me despida con más cariño, más ceremonioso, y otra, con desapego. Perdónenme, ganó el desorden. Eso sí: lo hago agradecido con este medio, con ustedes. Feliz por tantos años.

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