Catalejo

Decisión de los cantones, problema para Arévalo

La salida de los 48 cantones le causa problemas a Arévalo *Los cohetes son peligrosos. Urgen campañas de prevención

Los dirigentes de los 48 cantones de Totonicapán, al decidir cortar sus contactos con el gobierno, le dieron un serio revés a Bernardo Arévalo en lo personal e institucional, por su significado simbólico. Como ellos dicen, participaron en contra de las acciones dirigidas a evitar la toma de posesión, recibieron promesas, se mantuvieron en las calles día y noche, pero ya han pasado once meses sin haberlas visto hacerse realidad. Las autoridades de esta agrupación indígena totonicapense se reunieron para tomar una decisión consensuada, como es su forma de actuar, la cual debe ser vista en el resto del país, sobre todo en el área ladina, como una llamada de atención, resultado de un accionar gubernativo demasiado lento porque lo es y porque así es visto.

La salida de los 48 cantones le causa problemas a Arévalo *Los cohetes son peligrosos. Urgen campañas de prevención

Para la etapa de la elección de la segunda vuelta en noviembre del 2023 y la toma de posesión en enero del 2024, los integrantes de esa entidad ancestral se dirigieron a la capital para exigir la entrega al poder a la dupla electa. En los votos se unieron el apoyo a Bernardo Arévalo y también el rechazo a Sandra Torres, la responsable de la llegada al poder tanto de Morales como de Giammattei, quienes pronto se convirtieron en los dos peores presidentes de la historia nacional. Los efectos de esas dos presidencias aún se sienten. Una buena parte del electorado tiene la percepción, acertada a mi juicio, de un accionar gubernativo lento, parsimonioso y poco conocido a causa de fallas en la manera de dar a conocer logros, por errores de comunicación.

Entre todos los grupos indígenas residentes sobre todo en las regiones departamentales, el valor de la palabra aún es superior a la firma de documentos escritos por abogados y la tradición es fundamental. Eso explica, por ejemplo, la situación entre Ixtahuacán y Nahualá, incomprensible para el pensamiento ladino estrictamente legal. Al no haberse cumplido las promesas, es profundo el daño a la credibilidad de quien las hizo. Eso se debe entender en su verdadera magnitud, porque es la forma tradicional desde hace siglos. En ese marco, como está de moda decir. No entender esa manera de pensar y de actuar tiene resultados negativos serios. Por ello a mi juicio será muy difícil recuperar ese apoyo y no servirán las reuniones con entidades oficiales, si se realizan.     

El peligro de los cohetes

Una vez más, la falta de precauciones para manejar los cohetes, bombas y otros juegos pirotécnicos provocó en Alta Verapaz una enorme explosión filmada con teléfono celular, cuyo efecto fue numerosos adultos y niños afectados con quemaduras de diversa gravedad. En un mercado capitalino ocurrió lo mismo, y de esta fecha hasta Navidad y Año Nuevo hay numerosos puntos en las calles con ametralladoras, bombas, luces de bengala, volcancitos, canchinflines y demás. La tradición se mantiene, con ese riesgo porque la ubicación, la cantidad y la forma como están colocados. Por aparte, estos juegos se queman en los hogares muchas veces por niños y adolescentes sin un adulto supervisando y sobre todo sin plena conciencia de los riesgos por el descuido.

Recientemente se ha iniciado una campaña de información sobre el terror sufrido por perros y gatos de los domicilios. La época navideña es entonces una época para campañas masivas de información similares a las de los bomberos sobre los riesgos aumentados por la cantidad de pólvora empleada, capaz de causar amputaciones, así como del largo cada vez mayor de las ametralladoras. Las estrellas de colores provenientes del extranjero tienen menos posibilidades de explosiones por fallas, pero aun así su empleo para lograr bellos efectos multicolores requiere de mucho cuidado y atención. Tener ese especial cuidado no es exageración, sino una prevención para tragedias.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.