Si me permite
Deberíamos ser selectivos para elegir la meta
El avance es producto de un esfuerzo disciplinado con la mirada puesta en la meta.
“El avance depende de seres que son innovados, y modelan su propio mundo”. Wayne Dyer
Cuando se está pensando en lo que habrá de ser una meta, lo primero que se define es hacia dónde es que se quiere llegar; en otras palabras, es el destino al que se debe llegar. Por eso es importante no solamente considerar la distancia que tenemos que recorrer, sino también evaluar la capacidad y la habilidad que está en mi persona para llegar a ese destino. Sin lugar a duda, otros pueden haber alcanzado ese destino, pero para que mi persona lo alcance, debe haber una buena dosis de autoevaluación antes de iniciar la carrera.
Los avances siempre requieren sacrificio para alcanzar lo que nosotros consideramos importante.
El primer elemento que debe estar presente en la mente para lograr una meta es saber sacrificar todos los intereses y gustos que no son compatibles con la meta trazada, porque, de lo contrario, no podremos tener la necesaria concentración y el enfoque que se debe mantener para poder avanzar y acercarnos cada vez más a la meta que nos hemos trazado.
Si en algún momento esperamos que otros nos motiven y nos animen para lograr nuestras metas, seguramente estamos equivocados, posiblemente en los años formativos en la niñez nuestros mayores probablemente nos estimularon para avanzar y progresar, pero al llegar a la vida de adulto la responsabilidad está definitivamente en uno, para saber cómo habrá de ser selectivo en lo que escoge para que la meta en un momento dado llegue a ser una realidad tangible y gratificante.
Es sorprendente la seguridad que se tiene cuando estamos enfocados en lo que nos propusimos y sin tener que explicar mayor cosa a los demás y mucho menos estar justificando por qué estamos haciendo lo que hacemos. Simplemente avanzamos; claro está que con el tiempo los que nos observan habrán de hacer algún comentario, y sabiendo de quién viene este comentario debemos evaluarlo y analizar si justifica alguna reacción de parte nuestra o tal vez simplemente agradecer lo expuesto y mantener el debido silencio.
Cuando iniciamos en la vida, cuando somos niños, se nos estimula para establecer metas, ser agradecidos, pero estas deben, de alguna manera, llegar a ser nuestras y no que se nos hayan impuesto, y es por ello que las estamos siguiendo. Un buen estímulo en los años formativos es que nos ayuden desafiándonos para alcanzar nuestras metas, que posiblemente nosotros nunca las habíamos considerado, pero una vez que las apropiamos deben llegar a ser tan nuestras que reflejen un perfil propio de nuestra personalidad.
Es innegable que nuestro pasado tiene una serie de metas alcanzadas y las cuales han dado una gratificación en el momento que se ha alcanzado, pero seguramente al momento en el cual alcanzamos una meta, es preciso estar listo para marcar la próxima meta a la cual habremos de seguir, y de este modo la vida se transforma en una cadena de metas no solamente alcanzadas, sino que han sido la base necesaria para las próximas que nos habremos de visualizar para seguir la vida de logro en logro.
Es sorprendente cuando podemos mirar atrás y evaluar lo vivido, al cual describimos como escuelas en las que no solo aprendimos cosas que no las teníamos en mente, sino también nos hemos podido conocer a nosotros mismos sobre qué cosas podemos hacer y cuáles de preferencia evitar, por no ser afines a lo que nos hemos propuesto alcanzar.