Pluma invitada
De basura y humo, a estado de Calamidad
Por razones de salud, debemos monitorear la calidad de aire, aunque solo sea para corroborar que ninguna institución nos alarme más de lo debido.
Los incendios forestales acarrean una destrucción de la fauna y flora que lamentamos, pero la pérdida de árboles es una tragedia porque afecta nuestro clima, reduciendo la cantidad anual de lluvia que recibimos. La deforestación es un problema mundial que debemos atender cuanto antes y así evitar estas olas de calor nunca vistas. Además, es triste enterarse que muchos de los incendios forestales son provocados por personas inescrupulosas buscando recibir ayuda monetaria del Gobierno. Sin embargo, la cantidad de humo que ahora tenemos en Guatemala no se debe exclusivamente a nuestros incendios forestales. Es una nube de humo que nos ha invadido y cubre gran parte de Centroamérica y de México. La página Fire and Smoke Map (https://fire.airnow.gov/) lo muestra con toda claridad.
Que no utilicen la calidad del aire o los incendios como excusa para imponer un estado de Calamidad.
Durante el incendio del basurero en abril recién pasado, el Ejecutivo solicitó al Congreso declarar un estado de Calamidad para equipar a los cuerpos de bomberos con el equipo adecuado para combatir incendios forestales. Afortunadamente, el Congreso lo rechazó, porque el estado de Calamidad siempre ha sido fuente de corrupción. La precaria situación de nuestros cuerpos de socorro es una realidad, porque durante más de 30 años han sido totalmente descuidados. Se ven afectados por la falta de personal y de capacitación y con un equipo que necesita una modernización. Sucedió porque nunca han sido prioridad, sino hasta este año en que tenemos incendios e invasión de humo a gran escala.
Nuestra realidad es fácilmente manipulable a través de las bolas, chismes y desinformación que compartimos en las redes sociales. Es importante que verifiquemos todo lo que leemos antes de reenviarlo. Hoy existe tanta información confiable disponible en Internet que es sencillo hacerlo. Por ello, debemos tener muy claro que el humo que nos invade hoy no es exclusivamente producto de los incendios forestales en Guatemala. Es una situación que afecta a varios países. Por razones de salud, debemos monitorear la calidad de aire, aunque solo sea para corroborar que ninguna institución nos alarme más de lo debido. La desinformación fue tan popular durante la pandemia de covid-19 que lograron convencer a muchas personas de que, si no se vacunaban de inmediato, se infectarían y morirían por el virus. Las colas que se formaron en los centros de vacunación son prueba de lo fácil que es manipularnos. Hubo gente que esperó hasta 5 horas para vacunarse. Por supuesto, la vacuna es buena y salvó muchas vidas, nadie lo pone en duda. Lo malo fue el grado de urgencia que le dieron al tema, porque asustaron a mucha gente. Por ello debemos estar atentos si nos quieran imponer un estado de Calamidad. La calidad del aire está mal, no es bueno estar mucho tiempo en exteriores, pero no es mortal. Hemos pasado por peores calidades de aire sin darnos cuenta. Que no utilicen la calidad del aire o los incendios como excusa para imponer un estado de Calamidad. Por todo lo anterior, es urgente actualizar a nuestros cuerpos de socorro. Debemos brindarles el equipo, el personal y las capacitaciones que necesitan. Su modernización debe ser una prioridad nacional, pero debe ser planificada. No conviene para nada hacerla mediante un estado de Calamidad, que se presta a mucho. Bien se dice que “Roma no se construyó en un día”, pero para construirse… fue necesario empezar. Nosotros debemos también empezar a modernizar nuestros cuerpos de socorro, nuestro sistema educativo, nuestro sistema de salud, nuestro sistema judicial… No lo lograremos en un año, pero tal vez sí en treinta. Por eso debemos empezar de inmediato.