Catalejo

Cuando la unidad de medida es mil millones de quetzales

El Congreso sumó un significado a la palabra corrupción y decidió una nueva forma de medir el dinero del erario.

La sesión parlamentaria del miércoles ya pasó a la historia del país como peor y eso es decir mucho, al ser aprobado en las sombras de la madrugada ¡¡de urgencia nacional!! el presupuesto estatal más abultado y el aumento a los sueldos y beneficios laborales de los diputados. Muchos son los motivos para criticar y enfurecerse con ese aumento adicional. El Congreso, se comprueba, tiene una mayoría abrumadora de rufianes, gente sin honor, perversa y despreciable, o también truhanes, canallas, pícaros, bribones. (No lo digo yo: así lo define el Diccionario…). En este artículo me referiré a este incremento absurdo e inmoral, porque es el despiadado y cruel efecto de medir el dinero del erario en miles de millones de quetzales, sin pensar en cómo serán obtenidos.

El Congreso sumó un significado a la palabra corrupción y decidió una nueva forma de medir el dinero del erario.

Asistieron 140 diputados y de ellos votaron a favor 87 (61%) y en contra 63, (39%) quienes de todos modos serán beneficiarios con esos dineros otorgados sin justificación. Es el despiadado y cruel efecto de medir las cifras en miles de millones de quetzales. El Congreso agregó un significado a la palabra corrupción: usar el poder para beneficiarse económicamente en forma abusiva e incongruente con la realidad nacional. Hay una profunda inmoralidad: diputados embriagándose, durmiendo, además de confabulando para la puñalada del aumento de remuneración para los padrastros, y madrastras, de la patria, llegados a las curules en forma sospechosa en muchas ocasiones. Las firmas de los ponentes, menos una, son garabatos ilegibles. ¿Extraño o explicable?

Esos Q27 millardos (miles de mil millones, M) por año, son 73,972,602 m. por día; 3,082,191 m. por hora; 51,370 por minuto y 816.16 por segundo. El presupuesto nacional, de 148,526 M, implica 405,470 diarios; 16,894 por hora, y 282 mil por segundo. Los números de los diputados son: Congreso: 987 M más los 116 M de sus nuevas prestaciones, 403 m lo cual significa un gasto, sí, gasto, de 33. 3 m. Más por mes, 2. 8 m. por día y 29-5 por hora. Su sueldo pasó de Q29,150 a Q51 mil (43%). Una negra piñata… En su delirio nadie quiso pensar de dónde saldrá el dinero, porque no hay. La absurda vía de financiar del aumentado déficit con préstamos, condena a esta generación y las nuevas.

La irresponsabilidad inmoral en el hemiciclo se mostró al comprobar cómo la verdadera meta de la mayoría abrumadora de políticos para llegar a la política es beneficiarse en lo personal a cualquier costo. Servir al país, entonces, es un chiste de mal gusto. Recuerdo cuando Bernardo Arévalo estaba en campaña y señaló a la corrupción como el monstruo devorador del 30% del presupuesto nacional, pero ahora esta maniobra politiquera va en la misma línea de gobiernos anteriores. Los diputados de Semilla votaron en contra, pero no les sirvió porque el presidente del Congreso decidió cancelar definitivamente el partido, haciendo a un lado al Tribunal Supremo Electoral y los semilleros presentaron de inmediato dos amparos, iniciando así otra guerra politiquera.

Independientemente de haber apoyado o no la eliminación de Semilla, la oscura forma escogida para asegurar su regreso al ruedo significaba una mancha indeleble. Negar el contubernio, es negar la luz del sol, pues los contrarios a ese partido no son adversarios sino enemigos dispuestos a defenestrar a Arévalo. El indudable contubernio en el Congreso no sirvió de nada. Refleja la escasa capacidad de diputados ofuscados por el poder y el dinero fácil, incapaces de entender los efectos de decisiones pensadas en su beneficio propio, así como la indolencia por los efectos de llegar a acuerdos con gente con palabra fácil de derrumbarse. En un próximo artículo, mis comentarios sobre la Ley contra la Delincuencia Organizada y la Policía Nacional.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.