Crecer: meta para el 2025
Acelerar el crecimiento económico
La administración Arévalo-Herrera cumple un año en el poder el 15 de enero. Los primeros meses se fueron en promesas incumplidas, sueños rotos —en ojos de sus partidarios— y graves errores y retrocesos —en ojos de sus detractores—. Para cosechar resultados positivos en el 2025, el Organismo Ejecutivo debe enfocar su atención en un gran objetivo: crear las condiciones necesarias para acelerar el crecimiento económico del país. Del crecimiento económico depende que los guatemaltecos puedan labrarse un mejor futuro, sostener a sus familias, atender el hambre y la pobreza, pagar impuestos y más.
Dar seguridad y desregular
Aunque la economía de Guatemala parece estar más sana que la de otros países de América Latina, se requiere de un fuerte impulso, pues la región ha crecido muy lentamente en las últimas décadas. Según el FMI, el producto interno bruto (PIB) de América Latina y el Caribe creció 2.057 % en el 2024, y estiman que crezca 2.5 % en el 2025. El PIB de Guatemala creció aproximadamente 3.5% en el 2024. (Banguat) Cuando el crecimiento es leve, el nivel de vida de los habitantes no mejora perceptiblemente. Las personas se van tornando pesimistas e impacientes al notar que muchos a su alrededor están desempleados, que aumenta la inflación, el gasto y la deuda pública, pero no mejoran concretamente sus vidas. Esto deteriora la imagen política de los gobernantes de turno.
¡Vamos al paso del caracol! Tan es así que Cepal habla de tres “trampas del desarrollo” que aquejan a nuestros países: baja capacidad de crecimiento, alta desigualdad y poca cohesión social, y baja capacidad institucional y una gobernanza deficiente. ¿Qué limita la capacidad para crecer aceleradamente? Los economistas de la CEPAL consideran que los factores culpables son una productividad limitada, poca inversión y una mano de obra poco calificada.
No le corresponde a la administración Arévalo-Herrera implicarse directamente en actividades productivas, invertir ni controlar las decisiones de los actores económicos. Su rol es esencial, pero indirecto: enmarcar el juego y dejar hacer. Le corresponde al gobierno fomentar un clima propicio para el crecimiento. Un primer paso es comunicar de forma efectiva que las autoridades comprenden cómo funciona el mercado y que valoran y protegen las actividades cotidianas de sus electores. Es necesario hacer valer los derechos individuales, como el derecho a la propiedad privada, la inviolabilidad de los contratos, la libertad para pactar una relación laboral entre empleador y empleado, y otras reglas que dan seguridad a las personas que participan en la sociedad comercial. Así, estas personas serán más productivas, innovarán, invertirán en negocios nuevos y ya existentes y, en consecuencia, crearán empleos.
La historia nos ha enseñado que los gobiernos que hacen lo contrario—es decir, que dictan regulaciones abundantes, arbitrarias y cambiantes, o que vulneran los derechos individuales, o que imponen costosos obstáculos al inversionista— tienen un impacto empobrecedor.
Otra estrategia importante es desregular. La famosa motosierra del presidente de Argentina, Javier Milei, es una metáfora para la desregulación: Milei comprende que podrá reactivar la economía argentina al reducir el gasto público, quitar impuestos y eliminar trabas. Tiene un sentido similar el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) que el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encargó a los empresarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy, pues buscará reestructurar el gobierno federal y eliminar el despilfarro, las regulaciones innecesarias, las plazas fantasma y más.