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Confirmación de lo que ya se sabía

El delito no es ser viejito, sino encubrir la verdad.

Las expectativas eran bajas. Lo único que tenía que hacer para desvanecer rumores y señalamientos, disipar la evidencia que se acumulaba, era demostrar que está en pleno uso de sus facultades. La barra por librar era baja; tan solo mostrarse atento, responder a las preguntas de los moderadores de manera coherente e hilar razonamientos con claridad. Eso hubiera bastado para callar a sus detractores, confirmar la confianza de sus seguidores y demostrar que es perfectamente capaz y merecedor de servir otros cuatro años como presidente de los Estados Unidos de América. Era poco lo que Joe Biden tenía que hacer para salir airoso del debate; no lo consiguió.

Señalaría su falta de acuciosidad, curiosidad investigativa y seriedad periodística.

A partir del minuto 12 del debate se hizo evidente que Biden estaba desorientado, era incapaz de mantener su línea de razonamiento mientras buscaba, sin éxito, la manera de concluir sus oraciones. En varias oportunidades se mostró incoherente e incongruente, diciendo cosas realmente bizarras. Un aspecto clave fueron las reglas del debate: los candidatos no podían llevar textos preparados o tener audífono para recibir consejos de sus asesores. Biden es capaz de leer un texto para dar un discurso preparado por sus manejadores, aunque en meses pasados le ha dado por decir “pause aquí” o “fin del discurso”.

Los medios no tuvieron más remedio que reconocer lo que ocurrió en el debate, aun cuando algunos quieren distraer la atención contando las mentiras que dijo Trump, que van desde 16 hasta 31; o decir que Biden tenía catarro. La evidencia estaba allí, Biden había dado muchas muestras de su fragilidad física y mental; el debate fue tan solo una culminación y confirmación de lo que era evidente.

Los medios de comunicación han sido cómplices y una gran interrogante que resalta es por qué han encubierto la verdad. Una posibilidad es que sabían y lo han ocultado por su sesgo ideológico y político. Los medios tradicionales, CNN, ABC, MSNBC, CBS, New York Times y Washington Post, como buenos elitistas, han mantenido la narrativa de no crean lo que ven y escuchan, crean lo que les decimos. Otra es que realmente no se habían dado cuenta, que señalaría su falta de acuciosidad, curiosidad investigativa y seriedad periodística. En ambas posibilidades, le han fallado a la sociedad.

Otro aspecto que resalta es la responsabilidad de su esposa Jill, su familia cercana y los asesores y ejecutivos que lo manejan. Ellos seguro conocen de hace tiempo la condición deteriorada del presidente; han encubierto la verdad para proteger su propia posición y poder. Han sido desleales con el propio Biden, el pueblo de EE. UU. y el mundo. Surgen dudas legítimas sobre quién está verdaderamente a cargo de la presidencia, tomando decisiones y dando directrices, quién usa el Departamento de Justicia para encarcelar a opositores políticos. ¿Quién está del otro lado del tablero frente a Xi Jinping y Vladímir Putin?

El debate propiamente fue bastante banal. Ninguno de los dos candidatos ofreció visión de estadista sobre los problemas que preocupan al electorado: inflación, migración descontrolada, delincuencia, conflictividad social, crisis de valores, pesimismo y amenazas geopolíticas. Al final del debate tenían dos minutos para resumir su propuesta política; ninguno de los dos los aprovechó para articular una visión de altura o frases memorables. Trump ganó ampliamente el debate simplemente por mantener la compostura y dejar que Biden se pusiera en evidencia y se hundiera a sí mismo.

El problema más serio de este entuerto es la manipulación, mentira y engaño; el delito no es ser viejito, sino encubrir la verdad.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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