RINCÓN DE PETUL

Como la tía aquella, la que vive en los Estados

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Sucede con lamentable frecuencia en los círculos sociales que la opinión de quienes tienen más plata pesa más que la de aquellos que no la tienen. Aunque quizás pase más naturalmente cuando la situación se trata de negocios, esto no se queda ahí. La práctica trasciende las discusiones pecuniarias y vemos que el principio toma vigencia también en las dinámicas del día a día; en las relaciones entre amigos, o incluso las familiares. Y hoy en día, en este nuestro particular país expulsor de gente, ese pariente que tiene más dinero suele ser aquel que vive o que vivió en Estados Unidos. Parece que esta es una situación que se ha vuelto muy común: que la plata hecha en los USA brinda lugares privilegiados en las discusiones grupales. En verdad, hay familias que no toman decisiones sin que dé su venia “la tía”. Es casi como si su cantadito medio extranjero le cubriera la opinión con un mágico manto de infalible sabiduría.

Lo curioso es que no es necesariamente la experiencia obtenida en el otro país lo que está otorgando aquel poder. Es, más bien, el peso del bolsillo que suena también en el acento extranjero de los dólares. Y una cosa clara es que, por nuestras dinámicas migratorias, en tantos casos, aquellas riquezas se han acumulado por trabajos y oficios que terminan siendo similares a los que se hacen aquí en casa. Agricultura, industria, servicios, en el nivel más básico intelectual. La gran diferencia es que son hechos en una economía que es infinitamente mayor. Es decir, no necesariamente el hermano lejano es el más preparado de la familia o el más adecuado para tomar una decisión en particular. Cabe cuestionarlo, entonces, si pretende tomar su posición en el grupo sobre la simple base del tamaño de su billetera. Este es un vicio en el que caen tanto los parientes emigrados, activamente, como, pasivamente, los que se quedaron aquí.

' El principio republicano vigente: la ciudadanía es la que otorga el derecho al sufragio.

Pedro Pablo Solares

Recuerdo un caso que contaban en un pueblo que visité en Huehuetenango, de una señora mayor cuya condición médica requería difíciles decisiones. De sus hijas, una vivía en EE. UU. pero era la que aportaba a la hora del pago de las facturas. Pero las hermanas que vivían en Guatemala junto a la señora eran las que más de cerca habían vivido la ya prolongada enfermedad. De hecho, eran ellas quienes la habían asistido día a día durante años. Pero ellas no daban un solo paso sin que aquella lo aprobara. En su caso, era natural que todas, incluyendo a la lejana, opinaran sobre las decisiones por tomar. Pero fue cuestionable que el poder adquisitivo de una terminara dominando. El principio correcto era que todas, por su condición de hijas, merecían que sus argumentos fueran considerados. La condición otorga el derecho. La experiencia y preparación otorgan mayores probabilidades de asertividad en las decisiones del caso.

Se acerca el proceso electoral, y gana interés la discusión sobre el derecho al voto de la población en el exterior. En la historia de las democracias, los grupos minoritarios han tenido el desafío de hacer prevalecer su derecho al sufragio, y de defenderlo de quienes ejercen el poder. El caso del emigrado en Guatemala no es la excepción, y este habrá de trabajar para defender el principio máximo republicano vigente en nuestra legislación: es la ciudadanía la que otorga el derecho al sufragio. Esto independientemente de la condición económica del ciudadano. Como aquella tía, algunas voces desde el extranjero confunden el orgullo de que las remesas sean un bastión y caen en el vicio de quien pretende participar en procesos colectivos somatando billeteras, tal como lo hacen los grupos de poder económico tradicional. ¿Acaso quieren que la democracia sea como una noche en el mariachi, donde el que paga escoge las canciones?

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.