RINCÓN DE PETUL

Castigo inevitable

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“No serás castigado debido a tu enojo; —más bien— serás castigado por tu enojo”. Esta es una frase comúnmente atribuida al Buda y que fue llamada a mi atención hoy mientras conversaba sobre lo que quería desarrollar en esta columna. La frase me la mostraron en inglés, idioma en el que se entiende mejor: “You will not be punished for your anger; you will be punished by your anger”. En lo que comprendí, sirve para resaltar cómo al caer en enojo una persona no necesariamente ha de esperar ulterior castigo proveniente de ente externo, sino que el enojo —en sí mismo—, ya es el castigo. Uno que proviene desde lo interno. Uno que llega con toda certeza, aún antes de que cualquier manifestación externa se pueda llegar a expresar. La frase me fue sugerida como ingeniosa extrapolación hacia la acción que se espera del ciudadano frente a las tribulaciones que nos afligen en esta amenaza político electoral.

' Del miedo no resultan virtudes; los espíritus egoístas no conducen a prosperidades universales.

Pedro Pablo Solares

Creo que, en Guatemala, lo que pasó en la elección presidencial de junio pasado, lo tenemos casi todos muy claro: contra pronósticos, el candidato Arévalo del partido Semilla fue el segundo al que más personas votaron y eso le otorga uno de los dos lugares en el balotaje. Eso, según las reglas prestablecidas. Eso es lo que en verdad pasó, y pocos —creo— realmente lo cuestionan. Sucede empero que surgen dos indecorosos torcedores de la honestidad —virtud exigida en todo ejercicio democrático—: el miedo, y la conveniencia. Primero, entonces, surgieron irrisorios gritos de que hubo fraude en las mesas electorales. Luego, “mágicamente”, brotaron alegaciones contra la legitimidad del proceso de creación del partido Semilla, a pesar de que todos fuimos testigos de su orgánica y sacrificada fundación carente de los fondos de la corrupción de los que sus contrincantes gozan.

Tanto el miedo, como la conveniencia personal y sectorial, son motivadores tan poderosos como lo son también destructivos. Pueden impulsar acciones, es cierto. Pero del miedo no resultan virtudes, y los espíritus egoístas no conducen a prosperidades universales. Las exclusivas y minoritarias cúpulas sectoriales se acostumbran a ejercer exitosamente su poder. Pero aún con la acumulación de capitales, y el monopolio del favor a su favor, cayendo en trampa, algo poderoso los carcome sin cesar adentro. Es la inevitable ley de la consecuencia. No sirve el soborno contra ese orden universal. Y los serviles, los incautos, los políticamente inadvertidos, son quienes hacen el favor. El miedo los domina y parecen temer a todo. Entre “comunismos” e ideologías conspirativas, su inacción contra la corrupción, en este momento trascendental, les traerá su propio efecto ineludible.

El castigo posterior, el látigo de la corrupción, daña de formas innumerables a todo un pueblo. Pero, además, adentro y desde antes de que las carreteras colapsen, las medicinas suban de precio, las extorsiones toquen la puerta o las escuelas dejen de funcionar, algo, adentro, ya carcomerá a quien colude con la corrupción. Es un inevitable e irreversible interior castigo. Esa colusión, como el enojo, controla al humano. Lo domina. Se hace su dueño y domina sus acciones. Esto, incluso antes de que cualquier repercusión externa —la consecuencia política— se manifieste. El miedo se manifestó; se hizo presente el ente antidemocrático. Murieron esperanzas y resurgieron las tinieblas. Todo, con tal de no aceptar lo que todos tenemos muy claro: que Sandra Torres y Bernardo Arévalo fueron los más votados y que tienen un lugar en el balotaje. ¿Hay astucia que quepa contra tal orden universal?

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.