De mis notas

California en llamas: el precio de la ideología

La alcaldesa viajando, la jefa de Bomberos enfocada en la “diversidad” y el gobernador eliminando reservorios de agua: la tormenta perfecta.

Los Ángeles no está ardiendo solo por el cambio climático; está en llamas porque su gobierno es un completo desastre. La tragedia del incendio más devastador en la historia de Estados Unidos no se debe únicamente a las altas temperaturas o a los vientos de Santa Ana. No. Este infierno tiene responsables con nombre y apellido, y un conjunto de políticas tan ridículas como letales. En el centro de esta crisis está la obsesión de los líderes californianos con la ideología, que antepusieron a la lógica, la ciencia y el sentido común.


Tomemos el caso del gobernador Gavin Newsom, quien, en nombre de la “preservación ambiental”, ordenó la eliminación de represas clave para retener agua. Según él, “una medida para salvar al salmón”. ¿Y los seres humanos? Pues que vean que hacen.. Sin esas represas, los hidrantes quedaron secos cuando más se necesitaban, y vimos cómo miles de hectáreas de bosque y barrios enteros se convirtieron en llamas. La ironía es brutal: mientras Newsom “protege” a los peces, su estado arde y su población paga el precio de su negligencia.


Pero Newsom no está solo en este patético espectáculo de incompetencia. El Departamento de Bomberos de Los Ángeles es otro ejemplo del desastre ideológico. La jefa del Departamento celebró públicamente que incrementó un 70% la contratación de mujeres y personas del closet LGTBQ. ¿Cómo? Los incendios no se apagan con cuotas de inclusión, sino con bomberos capacitados y recursos adecuados. Ahora tienen mujeres bomberos lesbianas sin la capacidad física para rescatar a víctimas de un incendio. Es evidente que bomberos hombres fueron reemplazados. ¿Acaso no es eso un ejemplo de discriminación?


La política ambiental de California también es un compendio de absurdos. Bajo el pretexto de proteger la flora y fauna, han prohibido la limpieza de maleza en los bosques, creando la tormenta perfecta para que el fuego se propague sin control. Esta política —que más que política es dogma “ecologista”— en vez de preservar facilitó su destrucción.


Para colmo, ahora las aseguradoras, viendo este panorama, han cancelado sus servicios. Se niegan a cubrir propiedades en zonas de alto riesgo con estas políticas, dejando a los ciudadanos sin respaldo, mientras el gobierno sigue aplaudiendo su propia incompetencia.

Cuando la ideología desplaza la ciencia, la razón y el sentido común, este es el resultado.


El problema central es que los líderes progresistas radicales californianos han olvidado que gobernar implica proteger. En su lugar, han transformado al estado en un laboratorio ideológico donde las políticas progresistas se imponen sobre las necesidades básicas de la población. La “diversidad, la equidad y la inclusión” se han convertido en una excusa para ignorar la meritocracia y la eficacia, el resultado es lo que vemos: un estado en llamas.


El colmo. Mientras las llamas consumen hogares y vidas, los líderes políticos culpan al cambio climático. Pero el cambio climático no impidió que
Newsom destruyera represas ni obligó a las jefas de los bomberos a enfocarse en diversidad en lugar de en prevención. Tampoco forzó al estado a gastar miles de millones en programas para los “homeless” mientras descuidaba irresponsablemente la infraestructura crítica y la seguridad.


California no está en crisis solo por el clima. Está en crisis porque sus líderes han priorizado la ideología sobre la lógica, los discursos sobre las acciones, y la politiquería sobre los resultados.


Como lo describe el Dr. Victor Davis Hanson: “Hacen un desierto y lo llaman ecología. Hacen un desastre y lo llaman diversidad. El peor incendio en la historia de Estados Unidos no es solo un desastre natural: es el resultado directo de una administración que ha perdido el contacto con la realidad.”

¿Aprenderán la lección?

ESCRITO POR:
Alfred Kaltschmitt
Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.