Si me permite

Cada error debe ser una lección bien aprendida

Además de disculparnos por nuestros errores, debe haber cambio en nuestro modo de actuar.

“Las personas podrían aprender de sus errores, si no estuvieran tan ocupadas negándolos”, Carl Jung.

No siempre se acepta fácilmente que nos equivocamos y de alguna manera siempre hay alguien que al observarlo se toma el tiempo de corregirnos e indicarnos donde fue nuestro error. Lo valioso de este proceso será si aceptamos la corrección y tomamos en cuenta que lo que se nos indicó fue apropiado porque de ese modo hacemos correcciones en nuestra vida y podemos avanzar mejorando porque hemos aprendido algo.

Todos en algún momento cometemos errores, pero tenemos que aprender para no repetirlos.

Sin lugar a duda, habrá quienes se molestan porque se les indica que cometieron algún error, porque tratan de afirmar que ellos así son y no necesitan ser corregidos. Si observamos, estas personas de alguna manera se están autoeliminando del medio al cual pertenecen y cada vez se quedan más aislados por su modo de ser. Si comprendemos la diferencia que esto hace con el tiempo, debemos cambiar el modo y tomar una actitud diferente, porque si alguna persona tuvo la amabilidad de corregirnos, debemos mostrar aprecio por esa acción y, en lo sucesivo, manifestar que la corrección nos mostró un camino diferente en el cual estamos caminando.

Si nuestra meta en esta vida es una constante superación y podemos buscar la manera para alcanzar nuestro conocimiento y nuestra capacidad, entonces lo consideraremos como logro cuando percibamos nuestros errores. Este camino no habrá de terminar, porque hasta el final de nuestra vida habremos de ir haciendo algunas correcciones, no solo porque el medio en el que estamos está cambiando, sino que nosotros también experimentamos cambios tanto por la edad como también por las vivencias que tenemos, las cuales nos ponen en otro nivel en la vida.

Sin lugar a duda, en el bagaje de nuestra memoria y por las circunstancias por las que hemos atravesado en esta vida, tenemos una serie de personas las cuales tomaron interés en nuestro bienestar y también en nuestra superación, y por ello se ocuparon en ayudarnos y corregirnos. De alguna manera, ellos están en la galería de las personas que más admiramos y apreciamos, porque nos ayudaron a avanzar, permitiendo cambios y mejoras en cada paso del peregrinaje de nuestra formación.

De igual modo, cada uno de nosotros, cuando notamos que alguien ha cometido un error, con el mayor cuidado y respeto, deberíamos ser los facilitadores que les indican el error que se ha cometido e indicar cuál es la forma correcta de hacerlo. Probablemente no todos habrán de agradecer lo que se les ha indicado, pero nosotros habremos cumplido con el deber moral de buscar la excelencia en nuestro prójimo. Del modo como otros nos ayudaron a nosotros, repitamos esa acción, buscando que otros también puedan superarse con el apoyo de los que convivimos con ellos.

No es difícil soñar con una sociedad más culta y educada, eso se podrá lograr si cada uno de nosotros toma el interés en buscar no solo la superación personal, sino la superación de todos con el apoyo de cada uno de nosotros. Es fácil pensar que no queremos tener malentendidos con las personas con que estamos conviviendo, y por ello decidimos mejor no involucrarnos, pero ese pensamiento puede revertirse y cuando los demás actúen del mismo modo seguramente nos habrá de doler. Por ello debemos ser un poco más propositivos y actuar.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.