Con otra mirada

Bienvenida al nuevo año

Que la frescura de los nuevos, será placentera para todos y que alcanzaremos nuestra realización con plenitud.

Cada quien habla de la feria según le va en ella, reza el dicho popular, y como tal, es una verdad llana y pura.


Mi evaluación personal del año que apenas despedimos cuatro noches atrás fue positiva. Que me pudo ir mejor, no cabe duda, pero estoy satisfecho y agradecido con la vida, los astros, mi familia y amigos por cómo me fue. Como ciudadano, me siento insatisfecho por tantos años de mal manejo de la cosa pública, cuando los intentos por desarrollar el país fueron abortados sistemáticamente ante la figura impuesta en su concepción republicana, como “la finca” y sus patrones, cuya productividad está enfocada en su exclusivo beneficio, con un pueblo mantenido al margen de la educación, salud, vivienda y demás servicios esenciales para constituirse en mano de obra barata y por lo tanto, producto de exportación, vía la migración, en busca de mejores oportunidades.


A nivel mundial, las cosas tampoco fueron positivas. El crecimiento de la población es superior a la capacidad de atención que demanda la necesaria calidad de vida. Además, la guerra sigue siendo el mejor negocio para las grandes potencias; faena que, aderezada con la religión —cualquiera que esta sea y en la región que sea— regularmente provoca brotes de enfrentamiento, esencialmente territoriales, de compleja solución.


Como resultado del fin de la Segunda Guerra Mundial, que duró seis años y un día, y para evitar que aquello volviera a suceder, fue creada la Organización de las Naciones Unidas, con el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacional. El problema fue que aquel objetivo y buenos deseos de la humanidad espantada por lo sucedido permitió su crecimiento y consecuente burocratización, haciendo del esfuerzo un ente simbólico e inoperante, incapaz de cumplir su función, como lo hemos visto con demasiada frecuencia.


En estos primeros días, en pleno estreno de una nueva vuelta alrededor del sol, de cara a esa real y patética condición humana, opto por referir un par de banalidades llegadas por la internet; datos curiosos que permiten ver con simpatía al 2025.

Mi evaluación personal del año que apenas despedimos cuatro noches atrás fue positiva.

  1. Las redes sociales presentan el próximo mes de febrero como un caso excepcional, en 823 años, llamado MiracleIn, con cuatro domingos, cuatro lunes, cuatro martes, cuatro miércoles, cuatro jueves, cuatro viernes y cuatro sábados. Nada extraordinario. Sucede todos los años con febrero siempre que no sea bisiesto; febrero tiene 28 días, lo que hace que cada día de la semana se repita cuatro veces.
  2. Que 2025 es un año “cuadrado perfecto”, porque la suma de los dígitos del sistema métrico decimal (cero al nueve) es 45, cantidad que elevada al cuadrado (45 x 45) da dos mil 25. O, lo que es lo mismo, que la raíz cuadrada de dos mil 25 es 45. En abono al ejercicio y juego de números, debe considerarse que 45° es el ángulo de reposo de la tierra… ángulo que visualmente proyecta sensación de paz y tranquilidad. Ese fenómeno de la raíz cuadrada del año, con la secuencia numérica de los 40 viene así: 1849/43, 1936/44, 2025/45, 2116/46, 2029/47.
    Así, pues, con la idea de soportar temporalmente la incongruencia del mal llamado “desarrollo” de la humanidad, en manos de carniceros sin valores, ética ni moral, usé la banal visión con que las redes sociales inunda los artilugios que la tecnología ofrece, para despedir el año viejo con agradecimiento por los 365 días vividos, confiando en que la frescura de los nuevos, será placentera para todos y que alcanzaremos nuestra realización con plenitud.
ESCRITO POR:
José María Magaña
Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.