REGISTRO AKÁSICO

Apacentar ovejas

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No ha terminado la conmoción que generó un parón a la economía popular y pequeños negocios. Es previsible el cambio normal de gobierno, falta un período de apenas dos meses y medio. Cierto, hay irrupciones para arruinar los procesos formativos de la voluntad democrática, retruécanos pseudolegalistas, ánimo de cancelar derechos adquiridos legítimos de partidos e impulso a dinámicas destructivas de la unidad nacional. No todos los declarantes son de buena fe, pues al insistir en condenas antes de llamar a la armonía y la tranquilidad, convocan a la crispación e insisten en meter en el saco a cualquier autoridad: todo el Ejecutivo, los diputados, los tribunales y Corte de Constitucionalidad. Hasta a los desabridos dirigentes universitarios se les incluye en una lucha que se agota en un cambio burocrático.

' Ante la pérdida de imparcialidad de religiosos no vale la estupefacción sino comprensión crítica.

Antonio Mosquera Aguilar

¿Ha valido la pena alejarse de la neutralidad política, por parte de los jerarcas eclesiásticos? En el futuro será muy difícil presentarse como ecuánimes, cuando han actuado como demandantes políticos. No se trata de carecer de derecho o de libertad de petición por los príncipes de la Iglesia, obispos, sacerdotes y religiosos. Nadie puede denostar a ningún religioso por expresarse políticamente, pero tampoco se podrá ignorar su actuación parcial. La separación entre las instituciones eclesiásticas y los asuntos políticos ha sido garantía de sosiego en la población. Las injustas acusaciones en el pasado solo desprestigiaron a infames dictadorzuelos indispuestos por no contar con apoyos en sus desmanes. Las agresiones, secuestros y asesinatos, descubrieron la vileza de los represores, alejados del respeto a los derechos humanos. Los mártires, tanto ordenados como catequistas, son un preciado recuerdo, atesorado con inmenso cariño por la población.

También, la Iglesia reformada ha sufrido por algunos líderes comprometidos en el pasado, con la represión. La manera como fue instrumentalizada, una parte de ella, durante el enfrentamiento armado del siglo pasado, no ayuda al aprecio de algunos pastores y denominaciones religiosas. Tampoco, la participación partidaria en las pasadas elecciones habla bien de la integridad esperada de quienes obtienen legitimidad por predicar en materia espiritual. No está bien, burlar las prohibiciones a favor de la separación de iglesia y Estado, al optar como candidatos. Las triquiñuelas no sirvieron. Cada vez más, los creyentes saben que no se debe mezclar a predicadores, con los dirigentes políticos. Los fundamentalistas, actualmente tienen menos influencia; se estima necesaria la separación de los asuntos de fe, frente a las propuestas de política pública. Igual, no se trata de negar a toda persona con calidad de ciudadano, su derecho a participación política, incluso partidaria, sino expresar la necesidad de mantener una autonomía entre la creencia y las propuestas empírico racionales, pues evita adhesiones emocionales que pueden convertirse en intolerancia o violencia irracional.

No hay que poner oídos a ignorantes, sin respeto para quienes exteriorizan simbólicamente buenos augurios. Unos pocos han comenzado descaradamente a calificar de brujería, diabolismo y superstición, a las llamadas ceremonias mayas, manifestación de ánimo humanitario. Persistamos en mantener la paz y concordia ciudadana. El aprecio por la espiritualidad de origen popular honra al país. Las luchas religiosas de siglos pasados, persisten en algunas partes del mundo. Afortunadamente, en nuestro país, existe una convicción mayoritaria de respeto para las creencias de cada persona, con su corolario: el Estado laico.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.