CON OTRA MIRADA
Al oído del alcalde Quiñónez
Las relaciones diplomáticas de Guatemala con Estados Unidos de América empezaron el 21En1849. Ignoro en dónde tuvo asiento su primera delegación, aunque lo que sí me consta es que, de los años 50 del siglo pasado para hoy, ha tenido tres sedes en la ciudad capital. La primera estuvo en la 8ª avenida, entre 11 y 12 calles de la zona 1, atrás del Palacio de Correos y, hacia 1968, empezó la construcción del magnífico edificio diseñado en concreto expuesto, construido por la firma Holzheu&Hernández, en la avenida La Reforma, zona 10, en donde la sede diplomática y consular funcionó hasta el pasado 30 de enero. El nuevo edificio, en el bulevar austríaco 11-51, zona 16, abrió sus puertas el 7Feb2023.
Por demás está decir que la década de 1960 estuvo marcada por el repudio ciudadano ante el alto nivel de corrupción del gobierno del coronel e ingeniero Miguel Ydígoras Fuentes; actitud que desembocó en el Movimiento Revolucionario —MR-13— (13Nov1960) de jóvenes oficiales del ejército que se revelaron en contra de sus arbitrariedades. Rechazo que se agravó por su entreguismo al gobierno norteamericano, cuando el presidente Eisenhower ordenó a la CIA organizar una fuerza militar integrada por exiliados cubanos con el fin de derrocar la Revolución cubana que empezó el 26Jul1953 y culminó con la victoria el 1En1959. El caso es que, a mediados de 1960, el grupo de milicianos exiliados en EE. UU. había sido trasladado a Panamá, en tanto que en julio llegó a Guatemala el grupo de radioperadores quienes, con el apoyo del ejército de Guatemala, fueron trasladados a la finca Helvetia, propiedad de Roberto Alejos, hermano del embajador de Guatemala en Washington, en donde fueron capacitados para preparar la invasión a Cuba —abril 1961— que devino, en menos de 72 horas, en la fracasada asonada de bahía de Cochinos o playa Girón.
' Devolver a la ciudad las calles al estado original de cuando le fueron concedidas.
José María Magaña Juárez
Está claro cómo, desde aquella época, la familia Alejos estuvo ligada a las fuerzas ocultas que manejan el poder político en nuestro país, en tiempos contemporáneos supo diversificarse con el mercantilismo de las farmacéuticas; voraz emprendimiento que hace de las medicinas un obsceno negocio en perjuicio de la población.
Pero regresando al edificio de la embajada en la avenida La Reforma y ubicándome en los años 80, el período más sangriento de la guerra interna —1960-1996—, la amenaza urbana era una patente zozobra, por lo que el gobierno estadounidense solicitó a la municipalidad autorización para restringir el paso vehicular en su derredor. De ahí que durante el primer período de Álvaro Arzú como alcalde —1986-1990— se otorgó en usufructo la mitad de la calle auxiliar, en la que se construyeron elementos arquitectónicos y de mobiliario urbano para su protección. El tiempo pasó y el 29 de diciembre de 1996 se suscribieron los Acuerdos de Paz Firme y Duradera. La calle siguió parcialmente bloqueada, aun cuando los potenciales riesgos a la integridad física de la embajada habían desaparecido. Hoy, cuando el edificio ha sido desocupado y hasta dónde sé, puesto a la venta, es oportuno recordar esos hechos al alcalde Ricardo Quiñónez Lemus, con el objeto de sugerir la recuperación de los espacios públicos usufructuados, pues no vaya a ser que algún potencial comprador crea que las calles aledañas son parte de la oferta.
Su rescate, a mi parecer, corresponde coordinarlo a la municipalidad con la Embajada para que demuela las obras construidas, con el propósito de devolver a la ciudad las calles al estado original de cuando le fueron concedidas.