Si me permite

Aceptar nuestras faltas debe generar cambios

Las disculpas deberían de manifestar cambios en nuestro modo de ser en las relaciones.

“Solo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y reconocer sus errores”.  Benjamín Franklin

En el medio en el cual la mayoría de nosotros nos movemos es común que alguien se disculpe por algo que pudo haber sido incorrecto, lo cual muestra en alguna medida respeto y cortesía con la persona que puede haber ofendido. Esta práctica de ninguna manera está asegurando que habrá un cambio de conducta o de procedimiento, la práctica es simplemente un perfil de educación.

Restauramos las relaciones con toda naturalidad si estamos dispuestos a aceptar nuestras faltas.

Lo provechoso sería que cuando nos damos cuenta de que algo se dijo o bien se hizo sin ser lo más correcto, pedir las disculpas y luego proponernos que no habrá una próxima vez en la que se repetirá, y no tanto para no tener que disculparnos, sino para cambiar y ser diferentes. Si nosotros no nos proponemos  avanzar en esta vida mejorando nuestro modo de ser, muchas veces habremos de disculparnos, pero los demás tendrán un concepto de nosotros no muy favorable y puede, de alguna manera, ir alterando de una manera progresiva las relaciones interpersonales que tenemos o las que quisiéramos en algún momento cultivar.

La voluntad es la que, en primer lugar, tiene que entrar en acción para que los cambios se puedan dar y que, al ir cambiando, habrá aquellos que recordarán nuestro pasado porque de algún modo lo estuvieron compartiendo, pero no podrán negar que las cosas han cambiado y que ya no somos lo que en el pasado conocieron de nosotros. Estos cambios no deben   generarse por el bienestar de los demás, sino, prioritariamente, por nosotros y por la imagen que queremos proyectar en los medios en los cuales nos relacionamos.

La vida que vivimos está marcada por el proceso de nuestros actos y nuestras ocupaciones en el lugar donde estamos, y ese proceso, en alguna forma, se describe como una historia que los demás conocen y por lo mismo determinarán el valor que representa seguir teniendo una relación con nosotros o no. Las personas que se han propuesto permitir que sus vidas tengan cambios favorables han alcanzado logros y metas, las cuales nunca hubieran sido una realidad si no hubieran tomado la iniciativa de cambiar, y no importa lo que haya costado, pero sin lugar a duda bien lo ha valido por el alcance que han tenido.

La situación se puede describir como lamentable cuando, en lugar de proponernos   hacer los cambios necesarios, lo que hacemos es justificarnos y dar algunas explicaciones, que si bien tienen razón, nadie nos las ha pedido. Seguramente, si alguien pide alguna explicación sabremos lo justificado que pueda ser en darlo y el cómo hacerlo, de lo contrario puede que nos sea más desfavorable el presentar explicaciones y posiblemente el silencio es el mejor de los caminos que nos ayudará en algunos de los casos.

Una tarea que debemos tener para la vida es que los cambios son constantes y lo que nosotros debemos  tener es la disposición de cambiar, si consideramos que el avanzar es importante. Por ello, la vida tiene un antes y un después para cada uno de nosotros, que del modo que lo tomemos habremos de manifestar nuestra individualidad y nuestra razón de ser, y estos deberían ser marcados con cambios y enmiendas para alcanzar el ideal que queremos tener y de ese modo ser las personas más favorables que nuestra sociedad está pidiendo hoy.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.