META HUMANOS

Abrir los ojos a un país

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Abrir los ojos a la realidad es el primer paso para investigar. Para ello la observación es, por excelencia, el método de investigación inicial, cuyo ejercicio requiere rigurosidad y sensibilidad ética, siempre y cuando nuestra pretensión sea transformar aquello que perjudica la vida en todas sus dimensiones. Así, nombramos los desafíos del presente, entendemos sus causas, para entregarnos a la tarea de imaginar y construir otros futuros posibles. La investigación crítica que explica e interpreta la realidad también busca abrir caminos para resolver las problemáticas que se viven día a día en nuestro país y superar ese estado de crisis permanente que se expresa en muchos ámbitos de la vida diaria de los guatemaltecos.

El informe de investigación interdisciplinaria Guatemala: Estado de país y perspectivas, presentado el pasado 23 de mayo por la Universidad Rafael Landívar, perfila una explicación sistémica del país en el que vivimos. Nos presenta un Estado secuestrado por la corrupción, que ha logrado erosionar la vida democrática, cuestión que se expresa en aspectos como la poca confianza en las instituciones públicas y en los partidos políticos, la baja participación ciudadana en las urnas electorales, la criminalización de liderazgos sociales, entre muchos otros síntomas, los cuales nos hablan de una total desconexión entre los intereses ciudadanos y la dirección política del Estado.

' Frente al proceso electoral que estamos por vivir, observar el país que somos se hace imprescindible.

Gabriela Carrera

Existe, además, otra crisis más silenciosa. Y es que las condiciones ambientales están cada vez más lastimadas en Guatemala, pese a que, según el informe, el 70% de la producción de riqueza del país depende de la conservación y manejo adecuado de bienes naturales. No obstante, hemos perdido alrededor del 50% de los bosques naturales; apenas cuatro zonas de vida son capaces de sostener el 45% de su cobertura forestal; así también, los cuerpos de agua están contaminados. Frente a esta realidad, solamente el 1,2% del presupuesto nacional está destinado a la gestión ambiental. En otras palabras, estamos generando una serie de “fracturas metabólicas” que rompen y degradan el entorno más básico de la vida y no estamos haciendo lo necesario por revertir estas dinámicas.

Sin acuerdos políticos serios que integren visiones locales y empoderen a la ciudadanía para comprometerse con el bien común, sin alianzas entre la academia y actores sociales, sin trabajo cooperativo en red que asuma la co-responsabilidad de la resolución de las tendencias perversas que atraviesa nuestro país, poco podemos hablar de transformación profunda. Por ello, el informe también nos interroga acerca de nuestro papel como constructores de un mejor país.

El llamado de la Universidad Rafael Landívar nos motiva a no perder la sensibilidad de cara al sufrimiento humano y el clamor de la tierra. Que la investigación nos lleve a resolver problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad, la corrupción y el privilegio. Una misión que tiene urgencia de presente, pero necesita visión de futuro.

Por eso, acompañar a las y los jóvenes a construir presentes y futuros más esperanzadores es un quehacer universitario y, en consecuencia, una labor intergeneracional que nace en el seno de las aulas, de los departamentos de investigación, de los espacios de reflexión y debate o de las experiencias de voluntariado estudiantil.

Frente al proceso electoral que estamos por vivir, observar el país que somos se hace imprescindible como criterio para tomar la decisión de ceder las riendas del Estado a personas que, desde el Congreso de la República, las municipalidades y el gobierno central asuman el bien común como la razón y el sentido de su práctica política. El criterio de discernimiento está en un abrir los ojos al país que tenemos y somos.

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