CABLE A TIERRA
Anclados a la Colonia
Hoy miércoles, la sociedad guatemalteca se ha autoconvocado a un Paro, en protesta por los desmanes y abusos que están ocurriendo en el Congreso y en el Organismo Ejecutivo. Espero que lea estas breves líneas antes de salir de su casa para unirse a esta manifestación cívica que se hará sentir con fuerza por todo el país. Y si no puede hacer el paro por la razón que sea, demuestre abiertamente, por favor, de la mejor manera que pueda, su indignación y posición frente a estos hechos que nos dañan a todos.
Nunca en su mandato estuvo planteado que los diputados fueran electos para servirse a sí mismos y llegar hasta el infame extremo de recetarse reformas legales que no solo los cubren de un manto de impunidad, sino irresponsablemente pusieron a toda la ciudadanía en peligro, en su pérfido afán por detener y poner en franca reversa los avances en la lucha contra la corrupción.
En esta coyuntura no se ha discutido todavía que uno de los factores subyacentes de la corrupción a la que ha llegado el sistema político es producto en buena medida de que vivimos en una economía que no crea oportunidades para la movilidad social ascendente por vías legítimas: empleo digno y emprendimientos que lleguen a ser algo más que un alegrón de tusas. La extrema concentración de los activos productivos en pocas manos, y una lógica rentista que busca sacar enormes ganancias con el menor esfuerzo posible, y usar su relación con el Estado para modelar las reglas a su sabor y antojo, terminó por convertirse en un embudo.
Esta situación empuja a la gente a tratar de realizar sus aspiraciones de ascenso social y económico por otras vías. Para algunos, ha sido la emigración. Pero otros decidieron meterse por los senderos de la economía ilícita, generando una gama de capos regionales, alcaldes mafiosos y múltiples formatos de delincuentes de cuello blanco provenientes de estratos socioeconómicos más acomodados. Finalmente, para otros, el mecanismo fue meterse a la política.
¿A qué horas se imbricaron los caminos corruptos de los rentistas de siempre con los de los capos de la economía ilícita y los de los políticos? Posiblemente desde el inicio de la democratización, cuando la corrupción perdió el manto de invisibilidad que tuvo por mucho tiempo en los gobiernos militares. Luego el Serranazo, y posteriormente, con las acciones privatizadoras del Estado que impulsó Álvaro Arzú, que generaron fabulosos negocios a costas del erario público; transas legalizadas, en muchos casos. Con los años, se enraizó y terminó por incorporarse en la cultura institucional y de la sociedad.
Por tanto, a la corrupción no podemos verla únicamente como la putrefacción de los políticos. De hecho, por mucho tiempo, de 1985 hasta el 2015 por lo menos, corromper políticos, y hacer opacas alianzas público-privadas fueron útiles herramientas para mantener vigente la economía rentista y de privilegios. Es decir, hay que entender la corrupción como un resultado de este sistema; pero, ante todo, como una herramienta que ha sido útil para mantenerlo vivo.
Tal vez por eso no sorprende la postura asumida por el sector privado organizado en esta nueva crisis. No defienden a los corruptos que han sido pillados; saben que estos pueden ser reemplazados. Lo que defienden, aunque finjan que no, es este sistema de privilegios que tantas ventajas les ha dado a lo largo de siglos. Una élite económica que parece que no ha aprendido nada de nada estos últimos años. Que sigue aferrada a su visión cuasicolonial del país y de la economía, sin importarle si en el proceso arrastran al país entero a un hoyo de profunda oscuridad.