PLUMA INVITADA
Agenda 2030: una estrategia diferente
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron aprobados hace dos años por los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas como un llamamiento colectivo y transformador a una acción que cambiará el curso de nuestro destino común hacia un modelo de desarrollo más equitativo y sostenible.
Desde entonces, los países han adoptado medidas importantes para iniciar este nuevo camino, ya que son plenamente conscientes de que esta Agenda requiere un cambio de paradigma. Tan solo en América Latina y el Caribe, al menos 16 países han mejorado sus marcos institucionales para facilitar la implementación de la Agenda 2030.
Además, se han establecido cinco foros regionales sobre desarrollo sostenible como plataformas regionales para apoyar la implementación, el seguimiento y los mecanismos de examen de la Agenda 2030 y la Agenda de Acción de Addis Abeba.
Los países tendrán que abordar los problemas en materia de recopilación, desagregación y difusión de datos y estadísticas. Ello implica el fortalecimiento de las capacidades de sus sistemas nacionales de estadística y el desarrollo de ecosistemas de datos con un enfoque amplio del marco de indicadores mundiales.
Sin embargo, la economía mundial no se ha recuperado totalmente de la crisis financiera de 2008 y el crecimiento tanto del comercio como del PIB sigue estancado en niveles mucho más bajos que los registrados en los últimos decenios.
En América Latina y el Caribe los países se enfrentan a exigencias cada vez mayores y cuentan con presupuestos cada vez más estrictos. A pesar de los esfuerzos de las administraciones tributarias de la región, la evasión fiscal sigue siendo endémica y las corrientes ilícitas erosionan la base tributaria.
Asimismo, las corrientes privadas se han convertido en la principal fuente de financiación para los países en desarrollo de América Latina y el Caribe (52% de la IED en el último decenio), así como las remesas (que representan el 24% del total de las corrientes financieras privadas netas en la región, más del 10% del PIB en algunas economías de Centroamérica y el Caribe).
En este contexto, el camino hacia la consecución de la Agenda 2030 y sus ODS parece lleno de obstáculos. Pero tiempos diferentes requieren estrategias diferentes y, si hemos de alcanzar nuestra visión común para 2030, debemos seguir trabajando juntos para hacer frente a los desafíos globales.
Un desafío clave de la arquitectura de financiación del desarrollo de la Agenda 2030 es movilizar recursos privados y canalizarlos hacia los ODS. Los recursos públicos y privados deben combinarse para poder maximizar sus efectos en el desarrollo.
Además, un entorno externo propicio es esencial para la consecución de la Agenda 2030. Esto requerirá un cambio profundo en los medios de implementación, incluso en el sistema de comercio mundial y en las condiciones para la transferencia de conocimientos y tecnología de los países desarrollados a los países en desarrollo. Además, esos esfuerzos deben ir acompañados de la promoción de instrumentos y mecanismos nuevos e innovadores para financiar el desarrollo.
Debemos mantener el impulso y aprovechar la atención que esta nueva Agenda ha generado para que todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, y todos los sectores de la sociedad participen y tomen medidas que beneficien a todos, asegurando de esa manera un avance verdadero y significativo hacia el desarrollo sostenible.