VENTANA
Adoptemos un río
El 5 de junio celebramos a nivel mundial el día del Medio Ambiente. Fundaeco lanzó un tuit: “Ayúdanos a crear consciencia. ¡Nuestro país no aguanta más indiferencia! Con este mensaje van imágenes de bosques talados, especies de animales extintos por el tráfico ilegal, peces muertos por la contaminación de ríos y lagos y basura infectando caminos, calles y fuentes de agua. Es urgente planificar acciones a nivel nacional para manejar la basura. Tendremos que aprender a hacerlo para salvar nuestro futuro.
Recibí una carta del Ing. Eduardo Castillo Cofiño, un guatemalteco de 85 años que no es indiferente al problema de la basura. La carta se la envió al presidente Morales. Le dice que “es lamentable darse cuenta cómo Guatemala se ha ido convirtiendo poco a poco en un basurero”. Describe cómo “al tomar la carretera del peaje, increíblemente parece que uno pasa a otro país”. Entre las soluciones que propone es que las empresas que usen con frecuencia determinadas carreteras colaboren recogiendo la basura para mantenerlas limpias. Hace mención de cómo, en los años 60, varias ciudades estadounidenses estaban inundadas de basura y la esposa del presidente Johnson, Lady Bird, tomó la iniciativa de crear programas para limpiarlas.
Su carta me recordó la disciplina del voluntariado que existe en Estados Unidos y Canadá, donde se invita a los ciudadanos, ya sean empresas o personas individuales, a adoptar una milla, una calle, un parque. Necesitamos urgentemente aplicar ese voluntariado para adoptar un kilómetro en Guatemala. Urge revertir el “futuro de basurero” que podemos ser, como lo expresa el Ing. Castillo. Siguiendo el modelo de adoptar una milla, podemos dar un paso más, imagino que podemos ¡adoptar un río, un bosque, un lago, un tramo de la playa! El domingo pasado encontré a grupos de jóvenes que iban con bolsas recogiendo la basura que encontraban tirada en la calle. Cuando pregunté si lo hacían solo en su barrio, respondieron que no, que entre todos los grupos de voluntarios, entre ellos estudiantes de las escuelas de los alrededores, cubrían las aldeas del municipio de Santa Catarina Pinula. ¿Qué demuestra esto? Que la idea de adoptar un kilómetro es posible. Que está incubándose en nosotros la necesidad de resolver nuestros problemas por nosotros mismos. Si nos molesta ver en los caminos la basura tirada, verla correr entre las aguas oscuras de los ríos que desembocan en el mar provoca náusea y cólera.
Para adoptar un río se necesita ir más allá de la voluntad de una empresa o de un grupo bien intencionado de ciudadanos. Requiere la unión de esfuerzos del gobierno local, del gobierno central, las empresas del lugar y los vecinos del municipio. Me entusiasma pensar que podamos organizarnos como lo hacen los “Distritos de Mejora Especial” o Business Improvement Districts, en Estados Unidos. Conozco bien la transformación que vivió el área de Brooklyn en New York. De ser un lugar peligroso y no apto para vivir en familia, ahora se destaca como una comunidad ejemplar que se siente comprometida para salvar su futuro.
El comisionado Iván Velásquez comentó, en una entrevista reciente, que es indispensable la convocatoria de las autoridades más altas del Estado para promover la Cultura de la Legalidad, y que la ciudadanía y las organizaciones sociales se unan a ella. Lo mismo necesitamos en el tema de la cultura ambiental: “sembrar la semilla de amor por la naturaleza”. Nos toca revivir la vida de nuestros ecosistemas naturales que hemos degradado. “Curar sus heridas”, agregó el Clarinero.
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