“Vemos y no sorprende que Guatemala va a sufrir calentamiento en los próximos 50 años de uno a tres grados centígrados. Ahora bien, la precipitación intriga un poco más. No vemos en los próximos 30 años que vayan a existir grandes cambios. Sin embargo, a partir del 2050 sí vemos un cambio estacional particularmente en la época de verano y específicamente en la canícula”, explicó Oglesby.
El experto refirió que para elaborar el estudio se tomaron en cuenta acciones de los humanos, como por ejemplo la emisión de gases de efecto invernadero, “con el fin de determinar su concentración y ser más eficaces en el análisis”
Afirmó que por el tipo de modelos que se utilizaron para hacer el estudio “resulta más fácil hacer predicciones en un plazo de 50 años que de tres años. En escalas de poco tiempo, por ejemplo 10 años, hay demasiada variabilidad y eso hace difícil hacer predicciones precisas”, aseguró en conferencia de prensa en el hotel Radisson.
Implicaciones
Vinicio Montero, viceministro de Recursos Naturales, del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, expuso que si se cumplen las predicciones del estudio implicaría grandes desafíos para el país, con consecuencias directas en distintos sectores productivos.
“Esta herramienta de escenarios de cambio climático nos permite muy anticipadamente poder tomar decisiones en esa materia que pudieran ser pertinentes para poder evitar y minimizar el impacto de una elevación de temperaturas en los próximos años”, declaró Montero.
El funcionario dijo que se está a tiempo de corregir el rumbo para evitar los efectos del cambio climático, que el Gobierno tiene como tarea reorientar el gasto público en función de encarar el problema y que la sociedad no debe olvidar que también es su responsabilidad contribuir en la búsqueda de soluciones.
Pablo Roldán, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), afirmó que les preocupan los efectos que puede tener el cambio climático en un país como Guatemala, que es considerado vulnerable.
Según Roldán, es preciso que los gobiernos entiendan que debe haber transversalidad de la problemática de cambio climático en sus distintas carteras, en aspectos tan diversos como energía, agua potable y saneamiento y desarrollo urbano.
Explicó que en este momento el BID tiene operaciones de cooperación técnica que suman alrededor de US$1.5 millones, entre las cuales hay algunas dirigidas a las unidades de cambio climático en distintas carteras de gobierno.
Pronóstico
Un estudio presenta detalles generales de la perspectiva climática de Guatemala dentro de 50 años.
Temperatura: incremento de entre 2.5 a 3.6 grados centígrados respecto del promedio de 1980 al 2000.
Precipitación: reducción de entre 10% y 30% respecto del promedio de 1980 al 2000.
La falta de lluvia y el aumento de la temperatura tendrán efecto negativo en sectores como hidroeléctricas, agricultura, seguridad alimentaria, consumo humano, infraestructura y salud y saneamiento.
Según la publicación “La economía del cambio climático en Centro América”, el costo acumulado de ese impacto en Guatemala hacia el 2100 podría representar más del 25% del PIB.
El cambio en el clima es gradual conforme avanza el tiempo y dependiendo de cómo se incrementan los niveles de efecto invernadero.
La información generada por modelos puede ser afectada con las variaciones de micrositio.
Fuentes: BID y Cepal
Fortalecer carteras
Michel Martínez, ministra de Ambiente y Recursos Naturales, explicó que tienen presente que el cambio climático debe ser atendido con transversalidad y aseguró que el desafío que tiene por delante es “encontrar el camino para fortalecer y reorganizar institucionalmente a todas las instituciones”.
De acuerdo con la funcionaria, eso se tendrá que decidir en el seno del Consejo Nacional del Cambio Climático y que una de las primeras acciones es que “se está promoviendo que todas las instituciones del Estado tengan unidades específicas que permitan atender el tema de cambio climático”.
Omar Samayoa, encargado del Cambio Climático del BID, refirió que se debe seguir afinando la información con base en datos locales para establecer políticas públicas, para anticiparse a los fenómenos climáticos y sobrellevarlos.