De este abeto capaz de alcanzar hasta los 45 metros de altura, sólo quedan unas 25 mil hectáreas de bosque, apenas el cuatro por ciento del área que existió hace 50 años, cuando los ecosistemas del país no estaban dañados, destaca Elmer López, de Greenpeace para Guatemala.
López dirigió una investigación sobre esta especie y determinó que el ritmo de destrucción de hábitat ha sido acelerado. Hoy apenas quedan unas 900 hectáreas de bosque puro de pinabete, en Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango, y en Ixchiguán, San marcos.
El resto son de bosque mixto donde, del total de árboles por hectárea, apenas 60 unidades serían de pinabete, agrega López.
?Este abeto se caracteriza por ser propio de la región y se le considera una especie en peligro de extinción?, añade Aguilar.
La razón es por haberse convertido en un adorno tradicional de la Navidad, aunque también es una amenaza el cambio de uso de suelo y la tala.
El uso de la ramilla para armar arbolitos navideños agrava el problema, pues en ellas van las semillas, con lo que se reduce el proceso de polinización de la especie.
La preferencia como arbolito de navidad es por su agradable aroma, del cual carecen especies como las de EEUU y Canadá.
Genéticamente valioso
Proteger los ecosistemas de pinabete debe ser prioritario no sólo por su material genético, sino en términos de protección de biodiversidad, señala López, quien afirma que los bosques de Todos Santos Cuchumatán son únicos.
Aunque también considera clave los bosques de Totonicapán, no sólo por ser donde hay más hectáreas de pinabete sino por las condiciones en que se maneja, pues se trata de bosques comunales, municipales y parcialidades, las cuales son protegidas por las mismas comunidades.
Otra característica del pinabete guatemalteco es su tropicalización. El más representativo está en Mataquescuintla, Jalapa, y en la Sierra de Las Minas.
Demanda
Una consultoría efectuada por el Instituto Nacional de Bosques, Inab, hace dos años, demostró que en la capital la demanda es de 45 mil arbolitos navideños, mercado que se trata de cubrir con unos 12,538 abetos canadienses y unos ocho mil de la especie guatemalensis de plantaciones locales, más pino, ciprés y arboles sintéticos. Uno de los importadores de pinabete canadiense es José Pineda, quien para este año traerá nueve mil abetos; los primeros tres mil ya están de venta en los campos del Roosevelt.
Estos árboles importados pueden costar de Q150 a Q350, desde los más pequeños de 1.22 metros hasta grandes de 2.44 metros.
Los otras opciones pueden resultar más baratas, pues un árbol grande de pino puede costar Q75, agrega Luis Muñoz, vendedor de artículos navideños en los campos del Roosevelt.
Los arbolitos sintéticos pueden costar hasta Q300 de dos metros de altura en los centros comerciales, aunque en las ventas informales por Q50 puede obtenerse un arbolito de un metro de alto.
Plantaciones voluntarias
El Inab y el Conap diseñaron una política de fomento al cultivo de pinabete local. Existen 61 hectáreas de bosque plantado de este abeto, explica Miguel Antonio López, del Inab.
Se trata de 45 plantaciones voluntarias situadas en la región del altiplano del país y por lo menos diez de ellas están sujetas al programa de incentivos forestales, Pinfor.
?Más que fortalecer las leyes se debe trabajar en hacer conciencia en las personas sobre la importancia de proteger la especie?, añade Aguilar.
El activista de Greenpeace destaca la necesidad de una estrategia para proteger los ecosistemas donde habita el pinabete y a la vez promover más la siembra de los mismos, crear viveros y capacitar a las personas dispuestas a invertir en estas plantaciones.
López estima que Guatemala podría cubrir la demanda de los 125 mil arbolitos de navidad, a nivel nacional, con pinabete local sin destruir los pocos bosques que aún quedan.