Lo interesante es que yo no sabía que estaba capacitándome. He aprendido a decir sí a las oportunidades, ¿Quieres aprender una cosa? Digo está bien y mejor si son áreas lejanas a mi expertaje como dentista.
Dios fue muy generoso porque me venía una capacitación, aunque yo lo desconocía y a finales de 2011 llega la oportunidad.
¿Cómo se contacta?
Con la empresa IT Expediciones y Aurora Aeroespacial, que desarrollan junto a un consorcio muy grande en el cual está la NASA, lo que se llama Vehículos Recuperables Espaciales. Ellos me dijeron que de manera muy artesanal, llenaba los requisitos para entrar a su programa.
¿Cuáles requisitos?
En resumen: tres idiomas, experiencia en investigación, ser paracaidista con experiencia en tirarse desde muy alto y abrir muy bajo. También el buceo de profundidad, resistencia al frío, al hambre y otras cuestiones.
Al llenar los requisitos, sin ningún compromiso, me dijeron ‘te vamos a llevar a Florida y pasar dos fases en un año’.
¿Cómo seleccionan a las personas?
Aplicamos dos mil 750 y después de un tamizaje, nos dejaron a 70. Luego nos hicieron exámenes cardiacos, encefalogramas, de sangre, muchos y muy completos. Luego una serie de exámenes, de conocimientos básicos y empiezan un descarte. Quieren que tengan conocimientos básicos generales del espacio, de astronomía, electrónica y examinan lo psicológico.
¿Hay más descartes?
Al pasar esa fase solo nos convocaron a 32 a una base militar de Tampa —Florida— donde nos subieron a un L-39, un avión subsónico que vuela a Macht1 —velocidad del sonido— y el mismo jefe de aeronáutica te dice: “mira, mi trabajo hoy es desmayarte o hacerte vomitar”. Y con cualquiera de las dos vas fuera y pierdes la oportunidad de seguir. Son muy claros.
Esa prueba solo la pasamos 16 y me dijeron: “te vamos a ir a capacitar en la NASA”. Ahí donde comienza un largo proceso de conocimiento, hacer equipo, de que lo desesperan a uno, no te dejan comer, no te dejan ir al baño porque llevan al máximo las capacidades humanas. Solo terminamos cuatro, dos estadounidenses, un francés y su servidor.
¿Cómo describiría esa experiencia?
Como algo muy positivo para la carrera espacial de Guatemala. porque yo venía por la puerta de servicio, nunca me capacité para eso. Al final me dieron la comandancia de mi equipo de capacitación.
¿Qué complicaciones tiene para avanzar?
Ellos me recordaron que el país no tiene programa espacial, un Gobierno que no apoya. Al ver eso en el 2012 me hacen una oferta, que me vaya a vivir con ellos, que harán los trámites y en un año o dos sería ciudadano norteamericano.
¿Qué respondió?
La oferta es generosa y tentadora. Les extrañó mi respuesta porque dije no.
¿Por qué esa decisión?
En lo personal he trabajado con nuestra bandera por muchos años, llevándola en mi mochila y todo eso se hubiera convertido en un acto hipócrita; segundo, quiero dejar un legado a mi hijo que diga “mi papá echó punta por este país”. Y llegué a donde estoy por bendición de Dios, y sería muy egoísta cambiar planes.
¿Cómo ve la perpectiva actual?
Veo una oportunidad para Guatemala. No me he subido a la primera misión para alcanzar el borde espacial y ya hay 80 guatemaltecos trabajando en el proyecto, y nadie está ganando un centavo, gente que trabaja en proyectos.
¿Cuáles son esos proyectos?
En este momento hay tres: un dispositivo de mapas que tiene la atención de la NASA, que es una alianza estratégica con hermanos salvadoreños, otro es una capsula con un diseño en el que pueden llevar materiales, cepas, etcétera, de cosas hechas en Guatemala y el tercero, un dispositivo biométrico, que mide las funciones de las personas desarrollado por jóvenes. Voy a tener media hora para presentarlos a una directora de proyectos internacionales.
¿Qué debe hacer lograr ser astronauta?
La estrategia es simple y complicada, tengo que subir al espacio con bandera guatemalteca, el gran problema de eso son fondos. No tenemos trajes de presión, mascarías, no tenemos nada, entonces recurrimos a otras naciones para que nos hagan la campaña de capacitarnos en áreas donde nosotros no podemos, en las áreas en las que sí se puede yo estoy acá tocando puertas.
¿Y cómo se puede lograr subir al espacio?
Hay que alcanzar el borde espacial. Una solución que me propusieron es que el presidente de Guatemala, debe hablar con el de Rusia y recordarle que ya hay un precedente con Malasia, porque subieron a un astronauta malasio y empezaron a trabajar proyectos en conjunto.
¿Cuál es la experiencia de tocar puertas?
Es un proceso donde uno encuentra mucha alegría, pero también mucho dolor. Alegría porque hay muchas personas que cuando les planteo el proyecto me dicen “estoy con vos”; pero, también hay lugares y personas donde uno llega y le cierran las puertas.
¿Cuál es el próximo paso?
En un par de semanas hay varias situaciones positivas: Una, voy a ir a Kansas, ahí tienen un centro de capacitación. Apolo 13 se llama, para capacitar en comandancia. Quiero ir a tocar puertas, porque ahí lo que hacen es un tamizaje para jóvenes que puedan ser futuros astronautas.
¿Qué mensaje le gustaría dar?
Mucha de la tecnología producida en el espacio tiene aplicaciones en la tierra, entiendo que las personas no han visto que la ciencia y tecnología hagan sus vidas mejoras; pero, el día que eso suceda la visión de la ciencia en el país va a cambiar.
Historia de desafíos
En 1999, Montoya fue dos semanas a una base militar para practicar paracaidismo, para vencer el miedo.
En el 2002 ingresó en los Bomberos Voluntarios, para servir al prójimo.
En el 2004, a los 37 años, llegó el reto de escalar el Éverest.
Fue el primer guatemalteco en llegar por tierra al Polo Norte, en el 2008.