El padecimiento no solo afecta a mujeres, sino también a hombres y niños de cualquier edad, además, deja un escenario negativo en el país. Tan solo en el 2012 se detectaron seis mil nuevos casos, de los cuales la mayoría fueron de cérvix, estómago, hígado, mama, colon y ovario en mujeres; y de estómago, próstata, hígado, piel, pulmón y testículo, en los hombres.
“En el 2009 hubo 13 millones de casos nuevos a escala mundial y casi ocho millones de muertes; la mayoría de ellas ocurrieron en países pobres, que no tienen planes de prevención ni formas efectivas de tratarlo, como es el caso de Guatemala”, explicó el oncólogo Miguel Ángel Garcés, asesor científico del colectivo Una voz contra el cáncer.
Hace 20 años, el número de muertes por tumores cancerígenos era bastante parejo en el mundo; sin embargo, se estima que para el 2020 dos de cada tres de los casos nuevos de cáncer y tres de cada cuatro muertes por este mal se registrarán en países en vías de desarrollo, cuyos sistemas de salud son endebles.
Incidencia
En Guatemala fallecieron tres mil 528 personas a causa de cáncer en el 2011.
“El más letal y que más muertes causa por igual en ambos sexos es el de estómago”, indicó Garcés.
Los departamentos más afectados por cánceres y que registran tasas altas de muertes son El Progreso, Jalapa, Santa Rosa, Jutiapa, Zacapa, Suchitepéquez, Baja Verapaz, Chiquimula y Retalhuleu, según datos proporcionados por el Programa de Enfermedades Crónicas del MSPAS.
“El comportamiento de los cánceres cambia según la región. En la provincia y en regiones más pobres se registran más casos de cáncer de matriz en mujeres, pero en la capital prevalece el de mama; esto se debe a que la mujer citadina tiene más acceso a practicarse un papanicolaou, que es el examen preventivo para detectar el cáncer cervical a tiempo”, agregó Garcés.
Es notorio que los departamentos más afectados se encuentran en el suroriente del país. “Las personas de estas regiones fuman más, consumen alcohol, comen alimentos altos en grasas saturadas, son sedentarios, es decir, adoptan un estilo de vida más urbano, a diferencia de las personas del occidente, que continúan con una vida que, aunque no es la más favorable, reduce estos factores”, expresó.
El tabaquismo es responsable de una cuarta parte de los cánceres de pulmón, boca, lengua, esófago y nariz. La ingesta de alcohol indiscriminadamente puede llegar a producir cáncer hepático.
El director del Incán, Wálter Guerra, explica la alta incidencia de cáncer de matriz: “Este cáncer podría llamarse ‘transmisible’, si se considera que la iniciación en las actividades sexuales o tener diferentes parejas sexuales predispone a la transmisión del virus del papiloma humano, lo cual es un factor que llega a causar tumores de cérvix. En la mayoría de departamentos, las mujeres tienen relaciones sexuales desde muy jóvenes y no tienen acceso al panicolau”.
El cáncer de estómago, el más mortal, también ha aumentado en estas regiones, sobre todo en aquellas en las que los pobladores son propensos a consumir agua y alimentos contaminados con la bacteria Helicobacter pylori, cofactor para la aparición de este cáncer.
En otro escalón se encuentran los factores ambientales a los que está expuesta la población, entre ellos la contaminación del aire, la combustión de leña, exposición prolongada a la luz solar o a sustancias como los insecticidas y plaguicidas.
Por último, pero no menos importante, figura la edad. “Una de las causas que aumenta la incidencia de casos en el país es el crecimiento de la población, que cada vez es de edades más avanzadas”, aseguró Carlos Waldheim, jefe del registro de cáncer del Incán.
Debilidad
Irónicamente la mayor parte de los cánceres que afectan a Guatemala son prevenibles. Sin embargo, las estructuras para el diagnóstico, prevención y tratamiento temprano son precarias. No existen planes ni programas efectivos para prevenir o erradicar el problema, mucho menos un registro nacional sobre la incidencia y mortalidad de cáncer.
“Esta es una enfermedad cuyo tratamiento es de los más costosos. Se calcula que se necesitan alrededor de US$90 mil para tratar a cada paciente”, asegura Palacios.
En esa línea, los centros de tratamiento como el Incán, que atiende a más de 30 mil pacientes al año, afrontan dificultades. “La demanda sobrepasa la capacidad del hospital. El Estado, a partir de este año, nos brindó un presupuesto de Q21 millones, que es insuficiente. Calculamos que un presupuesto ideal sería de Q70 millones”, expuso Guerra.
Según un estudio publicado en abril por The Lancet Oncology, en Latinoamérica el 54 por ciento de la población tiene poco o nulo acceso a la atención sanitaria. El poco presupuesto que se asigna para atender el cáncer se invierte en la hospitalización y no en la prevención.
En general, el más afectado siempre es el ciudadano de escasos recursos. “Si eres pobre o de clase media y te detectan cáncer, difícilmente encontrarás tratamiento por parte de los centros de salud”, expresó Garcés.
En niños
Quizá el mayor drama del cáncer ocurra en los niños, dada su corta edad y las causas aún no determinadas de sus padecimientos. Según las estadísticas de la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (Unop), cada año hay unos 935 casos nuevos, la mitad de los cuales corresponden a leucemia. De estos, solo se atiende a un 44%, pues a veces, por ignorancia, no son disgnosticados, aunque si se identifica la enfermedad, el 70% de pacientes puede salvarse después de un tratamiento que puede durar de dos a cuatro años. Ellos acuden a una rifa anual para financiar parte de su presupuesto anual, que asciende a Q90 millones.
Llamado
De acuerdo con los expertos, la reducción de mortalidad de cáncer depende de priorizar la prevención. Primero, garantizar que toda la población femenina se practique exámenes del papanicolaou, ya que no más del 20 por ciento de mujeres tiene acceso a este examen, al igual que mamografías periódicas.
En cuanto a los hombres, “todos los centros de salud deberían poder llevar a cabo la prueba del antígeno prostático específico (PSA) en hombres mayores de 40, para detectar el cáncer de próstata”, según Garcés.
Es necesario llevar a cabo jornadas contra infecciones como la hepatitis B y C, o el papiloma humano, con el fin de reducir el efecto de estos virus.
Por supuesto, buena parte de esta prevención es que la persona adopte un estilo de vida saludable, que incluya alimentación balanceada y ejercicio.