La campaña, que comenzó la semana pasada en el sector de Darakeh (norte), ha permitido vacunar a 200 de los 3.000 perros previstos.
La cohabitación de hombres y perros se presenta difícil en las montañas, que son lugares de encuentro y paseos de los habitantes de la capital. Los perros, que viven en manadas, descienden también a las calles de Teherán para alimentarse.
Según los medios de comunicación, la población teme eventuales ataques y prefiere a menudo métodos más radicales para expulsarlos.
El ayuntamiento “utilizará otros métodos alternativos a matar perros para impedirles entrar en la ciudad y para controlar su población”, aseguró Reza Ghadimi, responsable municipal del proyecto, citado por la agencia oficial Irna.
“Los perros, tras ser vacunados, pueden ser localizados gracias a un collar equipado con un GPS”, explicó Ghadimi, para quien “esta campaña busca (…) crear una cultura de la protección de los animales” en la sociedad iraní.
Las autoridades iraníes consideran que tener un perro doméstico es una costumbre importada de Occidente e incluso prohíben pasear un can en lugares públicos o transportarlo en coche, bajo pena de ver el animal y el vehículo incautados.