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Lowell reitera que un Santa Claus no puede improvisar, porque para los niños ese personaje es especial. Él recuerda muy bien las malas impresiones que se llevó cuando era niño y algunos papás Noel vestían con tenis o fumaban.
Según Lowell, un Santa Claus profesional debe superar estos requisitos: Portar un traje de calidad, debe ser de terciopelo rojo. El costo en la Ministry Of Fun es de unos €1 mil 120. La barba postiza en esa academia es elaborada a mano.
Pero eso no es todo. Un buen Santa Claus debe aprender a mantener el balance, sobre todo por la gran barriga que caracteriza a Papá Noel. Otro aspecto importante es hablar varios idiomas, pues atender a las solicitudes de los niños implica el reto de que su fan le revele cuál es el regalo que desea para Navidad en Mandarín, Alemán, Español, por mencionar algunos.
Hay otro detalle importante, recuerda Lowell. Un Santa Claus no debe preguntarle al menor su nombre, ni qué regalos desea, pues Papá Noel sabe cuál es su trabajo en cada Navidad.
Figura simbólica
Ante él, ese día, una docena de aspirantes, disfrazados de pies a cabeza. Toman notas con interés y recrean situaciones para responder ante cualquier eventualidad, incluyendo la pregunta más famosa: “¿Eres el verdadero Papa Noel?”.
Un buen Santa Claus tiene que seguir con la formación en casa, poniéndose al día sobre los nuevos juguetes o videoconsolas. “Tenemos que investigar para saber qué habrá en las estanterías” de las jugueterías, explicó Santa David, encantado de ejercer “el oficio más bonito del mundo” desde hace 26 años.
Cada año desde 1998, unos 40 aspirantes o Santas ya formados, pasan por la escuela. Muchos son actores, pero tambien hay exprofesores, que saldrán luego a las calles de Londres y a todas aquellas tiendas que tienen su cueva de Papá Noel.
Para Santa Dan, que lleva 14 años con el hábito rojiblanco, “no hay nada más gratificante que ver la reacción” de los niños.
En general, no dispone más que de tres minutos para maravillarlos, vistas las largas colas. Pese al traje pesado, el calor y el ruido de las tiendas, “hay que saber mantener la energía para hacer sentir a todos los niños, del primero al último, que son especiales”, explicó Dan.
Según él, la clave del éxito de esta figura es que transmite “generosidad” y “amabilidad”.
“Se ha convertido en una figura simbólica, pero no en el sentido religioso. Es una figura que une a todos”, sentenció Lowell.
- Con información de AFP