Menos de la mitad del complejo está abierto al público. Allí, están los trabajadores que cuidan a hipopótamos, cebras, canguros, llamas y cóndores. El resto del terreno lo ocupan las huacas, vestigios de construcciones preincaicas donde una decena de arqueólogos dedica su jornada a desvelar los secretos del parque.
Entre ellos está Karina Venegas, la coordinadora de excavaciones. Hace cinco años, se encontraba en la Huaca 33 con las jirafas a un lado, los oso pardos al otro, los hipopótamos al frente y un pequeño grupo de cabras por detrás. En ese montículo de tierra, su equipo hizo uno de los mayores descubrimientos del parque: las huellas de una masacre que acabó con la vida de al menos 134 personas.
Hombres, mujeres y niños
Los arqueólogos han desenterrado desde entonces 48 cuerpos humanos completos y 86 cráneos de hombres, mujeres y hasta niños que vivieron alrededor de 1200 d.C. Una fecha que aún han de confirmar este año con la datación por radiocarbono, algo que hasta ahora no se había hecho por falta de fondos.
Pero, en un país donde los hallazgos arqueológicos son frecuentes, las que llamaron la atención fueron otras víctimas: 138 perros. Solo 65 cuerpos estaban enteros.
“Por su disposición, todos son contemporáneos. En algunas zonas, solo había perros. En otras, estaban esparcidos con los humanos”, asegura Venegas.
” Solo en dos casos se puede ver claramente que la función del perro era acompañar a la persona. Uno es el cadáver de un niño que estaba al lado de una perra preñada. Tan cerca que los pelos del animal se fundieron con la tela. Y el otro, el de una mujer envuelta en textiles que estaba junto a dos canes”, explica.
Un conflicto local
Los restos pertenecían a la cultura Ychsma, que habitó la zona de Lima desde 1000 d.C. hasta la llegada de los españoles en 1532. Sus cadáveres presentan varios golpes, sobre todo en las costillas y la cabeza.
Para Venegas esto indica “algún tipo de enfrentamiento” que, en su opinión, fue de carácter local, ya que no se encontraron elementos de otras culturas.
Los perros, en cambio, fueron sacrificados. “Probablemente por asfixia. Ni siquiera fueron seleccionados: había adultos, cahorros…”, afirma la arqueóloga.
Venegas explica que los enterramientos de personas con un perro al lado eran comunes entre los antiguos peruanos. Por ejemplo, estuvieron presentes en la fastuosa tumba del Señor de Sipán, un gobernante mochica hallado en el norte del país.
Pero nunca se habían hallado tantos y junto a una cantidad similar de restos humanos. El equipo de Venegas aún debe descifrar lo que ocurrió hace 800 años en los terrenos del actual zoológico. Pero una de las hipótesis que manejan es que, tras el conflicto y su trágico desenlace, los perros fueron traídos y sacrificados como ofrendas en honor de los caídos.
También es posible que la masacre no haya ocurrido ahí mismo, sino que ese haya sido el lugar elegido para el entierro. La antigua huaca pertenece a otra etnia, la cultura Lima, y cayó en desuso en 700 d.C.
Más de medio centenar de huacas
La Huaca 33 es solo una de las 54 huacas que hay en el Parque de Las Leyendas, que depende de la Municipalidad de Lima Metropolitana.
El pequeño equipo de nueve arqueólogos liderado por Lucénida Carrión solo ha podido explorar seis o siete hasta ahora y no todas de forma completa.
“Son 55 hectáreas con edificios que pueden medir 17 metros de alto y 150 metros de largo. Aquí tenemos para siglos de investigación”, bromea Venegas, que asegura con orgullo ser una de las pocas personas que conoce todo el parque.
Ella está convencida de que aún hay más cuerpos por desenterrar. Pero es inevitable preguntarse si el espacio ocupado por los animales estorbará las investigaciones.
“No, a la larga ha sido beneficioso. En toda esta zona de la ciudad había huacas y muchas han desaparecido a medida que crecía el área urbana. Si no fuera por el zoológico, estas 54 huacas hubieran sido invadidas”, defiende la arqueóloga.