Un compañero lo llevó hasta la ruta, donde en pleno verano austral el sol castigaba con fuerza. Luego Acosta comenzó a caminar haciendo “auto-stop“ con la intención de que alguien lo acercara hasta la ciudad más cercana.
“Caminé un rato y en ese tiempo pasaron unos 25 o 30 autos y ninguno paró, cosa que entiendo por cómo está la situación ahora”, en referencia a una mayor inseguridad pública en el país, contó el trabajador al sitio web del periódico.
De pronto, una camioneta con chapa oficial y un auto que venía detrás pararon sobre la ruta, y su conductor le preguntó a dónde iba.
“Le conté lo que me pasó y le dije que iba para Juan Lacaze. Me dijo que me podían llevar hasta Anchorena (la estancia presidencial) y que me subiera en la camioneta que estaba adelante. Cuando subí dije: A esta mujer yo la conozco. Era Lucía (Topolansky, senadora y esposa de Mujica), con la perra Manuela y Pepe venía sentado adelante. No podía creer que el presidente me estaba llevando” , sostuvo.
“El viaje fue corto, pero ellos fueron muy amables. Al bajar les agradecí muchísimo porque no cualquiera ayuda a alguien en la ruta y menos un presidente” , añadió.
“Al final perdí un día en la fábrica pero valió la pena por la experiencia”, concluyó el hombre, cuya historia salió a la luz porque lo contó en Facebook, junto a dos fotos que le tomó dentro del vehículo a la pareja presidencial y el comentario “Los únicos que pararon, unos capos” (genios).
Con un estilo directo, franco y alejado del protocolo, y leyes polémicas como la regulación del mercado de la marihuana, Mujica -que debe dejar el poder el 1 de marzo- se ganó un lugar de privilegio en el mundo que lo llevaron incluso a ser postulado al premio Nobel de la Paz.