“El pelo de mi barba tarda demasiado en crecer”, lamenta Laith Ahmed, de 18 años que, al igual que todos los habitantes entrevistados da un nombre falso por temor a represalias.
“Estoy aterrorizado porque los yihadistas ajustan violentamente sus cuentas con cualquiera que se rebele o ignore sus instrucciones”, dice desde Mosul, capital iraquí del “califato” proclamado por el EI sobre los territorios que conquistó hace casi un año en Irak y Siria.
“Trabajo en una panadería, lo cual significa que tengo que salir de casa cada día y cruzarme con hombres de Daech”, el acrónimo del EI en árabe, añade Ahmed.
Temor
Mosul es la ciudad más importante conquistada por el EI durante su ofensiva del verano de 2014.
Los numerosos civiles que siguen viviendo en la ciudad sólo pueden abandonarla si se comprometen a regresar en los plazos estipulados. Si desobedecen, su casa o su coche pueden ser requisados por los yihadistas.
El EI ha convertido Mosul en el laboratorio de su administración, donde lo deciden todo, desde los programas escolares hasta los horarios de apertura de las tiendas, pasando por la vestimenta de los habitantes.
“Si afeitan o recortan las barbas de los hombres, los barberos se convierten en cómplices de un pecado”, rezan los folletos del EI, que citan varios hadices (palabras atribuidas al profeta) para justificar la prohibición de afeitarse.
Nadhim Ali, un taxista de unos 30 años, nunca pudo dejarse crecer la barba o el bigote sin que eso le provocara terrible irritación.
Presentó certificados médicos a la policía religiosa, pero sin éxito. “No les importa. Uno de ellos me avisó de que sería mejor que me quedara en casa si no me afeitaba”, recuerda. “Entonces, para alimentar a mi familia tengo elegir entre encontrarme mal o el látigo”, lamenta.
En Afganistán, los talibanes habían instaurado años atrás “patrullas de la barba”, que tenían el poder de condenar a penas de entre tres días y una semana de cárcel a cualquier hombre que se la hubiera cortado.
Pero según los habitantes de Mosul, la nueva norma no tiene nada que ver con la religión.
El EI ha convertido Mosul en el laboratorio de su administración, donde lo deciden todo, desde los programas escolares hasta los horarios de apertura de las tiendas, pasando por la vestimenta de los habitantes.
“Todos sabemos lo que Daech intenta hacer con sus leyes inaceptables sobre el velo que deben llevar las mujeres y las barbas que deben lucir los hombres”, dice una profesora. “Quieren convertir a cada uno de nosotros en un escudo humano.
Mientras se aproximan las operaciones militares para retomar Mosul, quieren poder disimularse entre la población”, asegura.
La coalición internacional liderada por Estados Unidos para bombardear al EI en Siria y en Irak llevó a cabo numerosos ataques sobre Mosul, pero de momento no se lanzó ninguna operación terrestre para reconquistar la localidad.
Según un antiguo miembro de los servicios de seguridad iraquíes, que reside en Mosul, los yihadistas adoptan desde hace meses una actitud mas discreta.
“Algunos miembros del EI empezaron a utilizar cada vez más coches camuflados. Se deshicieron de vehículos militares y banderas”, cuenta.
“Esa nueva ley sobre las barbas sigue la misma senda. Quieren esconderse en medio de los civiles”, asegura.