De hecho, prosigue el artículo, “su compañero de fórmula para la vicepresidencia admite que su objetivo es estar ‘eliminando’ lo que él considera la democracia rota del pasado.
Sin embargo, pese a todo, las encuestas dan cuenta de que una mayoría de salvadoreños le dan su apoyo al mandatario, “a menudo no a pesar de sus tácticas autoritarias, sino debido a ellas”, dice la publicación.
Las proyecciones para mañana apuntan a que los votantes “le den a Bukele y su partido, Nuevas Ideas, una victoria contundente, lo que consolidaría el control del presidente milenial sobre todos los sectores del gobierno”.
EN ESTE MOMENTO
La razón, dice la publicación, es que el mandatario ha logrado lo que era impensable en ese país: diezmar a las brutales pandillas, que habían convertido a ese país en una de las naciones más violentas del mundo.
Como recuerda el Times, la guerra entra pandillas aterrorizó por décadas a El Salvador, lo que diezmó la economía, dejó un número aún indeterminado de homicidios y causó una ola de migración sin precedentes hacia EE. UU.
“Los dos partidos que gobernaron el país hicieron poco para controlar el derramamiento de sangre, y posicionaron presidentes que se enriquecieron mientras sus compatriotas salvadoreños eran presas de los criminales”, consigna el diario.
“Bukele, un milenial con gorra hacia atrás que prometía un cambio, llegó al poder en 2019 por votantes indignados con el establishment político. Y si bien las medidas estrictas que siguieron han restringido las libertades, también produjo los resultados que muchos habían anhelado”, continúa.
Su compañero de fórmula, Félix Ulloa, asegura que no están desmantelando la democracia; “la estamos eliminando, sustituyendo por algo nuevo”, asegura.
Ulloa, citado por el Times, dijo que el sistema democrático que existió en ese país “solo benefició a políticos corruptos y dejó al país con decenas de miles de personas asesinadas”.
“Con un triunfo en las urnas el domingo, Bukele se uniría a una clase de líderes mundiales que han ganado repetidas elecciones incluso cuando se les acusa de socavar las bases de la democracia”.
Los analistas creen que los líderes autoritarios, como en India, Turquía y Hungría, “están obligando a sus países a considerar una pregunta cada vez más urgente: ¿cuánto le importa realmente a los votantes el sistema de controles y equilibrios, el cual solía considerarse la base de la sociedad liberal?”.
El control a cambio de seguridad
La publicación del Times recalca que, al parecer, a los salvadoreños no les importa darle el control total a Bukele, según sondeos un 80 porciento, a cambio de que este les garantice seguridad, razón por la que algunos aseguran reelegirlo tres veces si es necesario.
Sin embargo, muchos consideran que su proceder es propio de un régimen autoritario, debido a que “la Constitución de El Salvador prohíbe a los presidentes buscar un mandato consecutivo, según los juristas. Pero en 2021, el partido de Bukele, que tiene una mayoría calificada en la legislatura, remplazó a los principales jueces de la Corte Suprema, quienes luego reinterpretaron la Constitución para permitirle postularse de nuevo”.
“Esta ya no es una república constitucional”, dijo Noah Bullock, director ejecutivo de Cristosal, una organización salvadoreña defensora de derechos humanos, citada por el Times. “Es un régimen autoritario de facto”.
Con estas estrategias, ha surgido la preocupación de que Bukele se entronice en el poder, sobre todo después de que Bukele aseguró en Twitter Spaces que no buscaba una “reelección indefinida” y señaló que “la norma actual no lo permite”, pero Ulloa afirmó que la gran mayoría del país en realidad quiere que Bukele sea presidente “para toda la vida”.
Medida cuestionada
Una explosión de violencia en el 2022 causó que el Gobierno impusieron un estado de excepción que ha sido renovado más de 20 veces, y que ha impulsado una serie de detenciones masivas y acusaciones sin el debido proceso.
“Unas 75 mil personas han sido encarceladas, incluidas siete mil que finalmente fueron liberadas y miles más que no son miembros de pandillas pero siguen tras las rejas, según organizaciones defensoras de derechos humanos. El gobierno construyó una megaprisión para albergarlos a todos”, consigna el Times.
“Cristosal y Human Rights Watch informaron que los reclusos estaban siendo torturados y privados de alimentos. Sus destinos se decidieron en juicios masivos con jueces cuyas identidades se mantuvieron en secreto”, expuso.
“Pero el estado de excepción, que ha durado casi dos años, transformó el país. La cantidad de asesinatos se desplomó. Según informes, los pagos por extorsión han disminuido notablemente”, reconoce The New York Times.
“Las detenciones de salvadoreños que cruzaban la frontera de Estados Unidos disminuyeron en aproximadamente un tercio durante el último año fiscal —cuando la migración en general aumentó—, una disminución que los expertos atribuyen en parte a la nueva sensación de seguridad en las calles”, consigna.
Sin embargo, dice el Times, “todavía hay focos de resistencia contra Bukele, en particular entre familias que afirman que sus parientes fueron encarcelados de manera injusta. Además, quedan dudas sobre si el gobierno está realmente comprometido a perseguir a los líderes de las pandillas”.
Además, “la oposición de El Salvador está hecha añicos, y sus cinco candidatos apenas aparecen en las encuestas. Mientras tanto, la campaña del partido gobernante, Nuevas Ideas, consiste principalmente en prometer a la gente más de Bukele y en avivar el miedo a perder todo lo que les ha dado”, enfatiza el diario.