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Clarín.com informó que según reconstruye el sitio Gizmodo.com, un grupo de leñadores en 1980 cortaba castaños en Georgia cuando se encontró con una escena digna de una película de terror.
Se trata de un sabueso de caza momificado en el tronco de un árbol y el cadáver del can fue apodado como Stuckie.
El perro se internó en el tronco del árbol mientras perseguía a una animal y murió al quedar atrapado durante unos 20 años, hasta que fue encontrado por madereros que lo donaron al referido museo.
Pero ¿por qué el cuerpo del perro no se descompuso? Kristina Killgrove, antropóloga biológica de la Universidad de Florida Occidental, explicó a Newsweek que el roble castaño había funcionado como un ataúd gracias a su contenido en tanino, un desecante natural que absorbió la humedad del entorno.
Esto impidió la actividad microbiana y, por lo tanto, la descomposición del cadáver del animal.
El cadáver del perro está tan bien conservado que lo que se presume que esa imagen muestra el último instante en los que trató de liberarse del tronco del árbol.
La publicación de Clarín añade que otra duda que develó el museo Southern Forest World tiene que ver el por qué no lo atacaron los insectos.
El Museo explicó que el árbol produjo un “efecto chimenea” que alejó el olor del animal muerto, lo que evitó que las moscas y otros animales fueran atraídos.