Al ingresar a la prisión, los periodistas fueron conducidos a una sala especial, en la que fueron sometidos a un registro corporal. En el caso del equipo de documentación, como las libretas, bolígrafos y las grabadoras, todos pasaron por una máquina de rayos X.
Según el director del penal, quien no dio su nombre por medidas de seguridad, estas medidas se hacen por temas de seguridad. Cabe resaltar que esta prisión forma parte del plan estratégico contra las pandillas del presidente Nayib Bukele.
Las instalaciones de la cárcel se encuentran a 74 kilómetros de San Salvador, en Tecoluca, San Vicente.
Cómo es el CECOT
La prisión tiene 33 manzanas de construcción dentro de un terreno de 236 manzanas, y se encuentra rodeada por un muro de concreto de 11 de metros de altura y 2.1 kilómetros de extensión, que incluye alambradas electrificadas. Únicamente cuenta con una vía de acceso, y es nula la señal telefónica en dos kilómetros a la redonda.
Para ingresar al CECOT se tienen que pasar tres retenes de seguridad. En el primero se solicitan los nombres y apellidos de los visitantes, datos que serán verificados en la lista de personas permitidas, en caso de no estar en este documento, no se permitirá el ingreso.
En el segundo retén hay vigilantes con el rostro cubierto, que finalizan con el proceso de identificación y en caso de ir en vehículo, brindan las instrucciones para estacionarlo. Al último centro de control, el gran portón, únicamente se puede acceder caminando.
De acuerdo con el gobierno salvadoreño, el centro tiene capacidad para albergar hasta 12 mil prisioneros. Actualmente, la mayoría de los reclusos permanecen en la prisión sin una sentencia firme, porque se encuentran a la espera de un juicio. Esta situación ha sido criticada por varias organizaciones que defienden los derechos humanos.
La vida de los prisioneros
Los reclusos dentro de la prisión no cuentan con actividades recreativas. Además, tienen que pedir autorización para hablar y quienes incumplan esta o cualquier otra regla serán aislados en celdas de castigo, las cuales son oscuras y no tienen nada en su interior.
Hay comedores, salas de descanso, gimnasio y juegos de mesa, pero solo para el uso del personal de vigilancia. No para los reclusos.
Por disposiciones del gobierno, los presos son obligados a ser limpios, ordenados y a mantener el lugar libre de toda suciedad. Todo el día se la pasan en un absoluto silencio, y las únicas veces que salen de su celda es cuando tienen chequeos médicos.
Las pocas actividades deportivas que pueden hacer se limitan al espacio de su celda, en la que se encuentran dos piletas para bañarse, dos inodoros y dos bidones de agua para beber. Allí mismo están cinco filas de literas metálicas, que conforman tres pisos, en las que pueden dormir o pasar el día. No cuentan con sábanas ni almohadas.
Melvin Alexander Alvarado, prisionero de 34 años, relató a los periodistas que, a pesar de todas las condiciones, les tratan bien. “Aquí estamos pasándola, nos tratan bien, tenemos comida; no es lo que quisiéramos, pero comemos”, enfatizo. Estas declaraciones se dieron bajo autorización de las autoridades del CECOT.