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Urano podría haber pasado por un acontecimiento extraño cuando lo visitó la Voyager 2
Nuestro entendimiento de Urano podría haber sido erróneo durante casi 40 años.
Urano, captado por la Voyager 2 de la NASA el 25 de enero de 1986, cuando la nave espacial abandonó el planeta para dirigirse a la órbita de Neptuno. (Foto Prensa Libre: NASA/JPL via The New York Times)
En enero de 1986, la sonda Voyager 2 de la Nasa pasó junto a Urano como parte de un gran viaje por el sistema solar exterior. Aquel sobrevuelo, de tan solo cinco horas de duración, sigue siendo hasta la fecha la única visita a Urano realizada por una nave espacial de la Tierra, y gran parte de nuestra comprensión de ese planeta procede de aquel breve encuentro.
Curiosamente, cuando la Voyager 2 se elevó unos 80 mil km sobre el planeta, descubrió que Urano era muy diferente de otros mundos del sistema solar exterior. En concreto, su campo magnético protector, conocido como magnetósfera, carecía de plasma, algo que es prevalente en otros planetas.
“Observamos esta magnetósfera vacía”, dijo Jamie Jasinski, físico especialista en plasma espacial del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa. Y sus cinturones de radiación, regiones del campo magnético del planeta que atrapan partículas de energía elevada, eran sorprendentemente intensos, algo que “rompe la teoría actual de los cinturones de radiación”, dijo Jasinski.
Quizá ahora sepamos por qué. En un artículo publicado el lunes en la revista Nature Astronomy, Jasinski y sus colegas sugieren que el sobrevuelo de visita de la Voyager 2 se produjo durante un aumento excepcional de actividad solar, que provocó la contracción de la magnetósfera del planeta. Eso creó unas condiciones en Urano que solo se dieron en un cuatro por ciento del tiempo a lo largo de los datos que analizó el equipo.
“Si hubiéramos llegado una semana antes, tendríamos una imagen completamente distinta de Urano”, dijo Jasinski.
Fran Bagenal, profesora de astrofísica y Ciencias planetarias de la Universidad de Colorado en Boulder y miembro del equipo de ciencia de plasma del programa Voyager, dijo que fue una “gran sorpresa” cuando vio a Jasinski presentar la investigación en una conferencia este verano. “¿Por qué no vimos esto?”, dijo. “Me di cabezazos contra la pared. Fue totalmente inesperado”.
La investigación también podría suscitar preguntas importantes, ya que los científicos planean un posible regreso a este fascinante mundo mediante una sonda espacial de la Nasa.
Jasinski cree que cuando la Voyager 2 pasó rápidamente por Urano, el planeta estaba siendo impactado por algo llamado región de interacción corrotante. Se trata de un estallido de actividad procedente de la superficie del Sol que se extiende por el espacio a medida que la estrella gira, expulsando largas corrientes de plasma hacia el borde del sistema solar. Se ha observado que este fenómeno afecta a otros planetas, como Saturno. Pero no se había considerado para Urano.
“Su resultado es sólido”, dijo Adam Masters, científico espacial y planetario del Imperial College de Londres. “Todo el mundo se centraba en los datos tomados cerca del planeta, pero ellos se fijaron en los datos tomados cuando la nave espacial se acercaba y se alejaba del sistema de Urano”.
Bagenal añadió que “esto explica por qué la densidad que vimos era tan baja”.
La actividad solar habría aumentado la presión del viento solar sobre la magnetósfera de Urano por hasta tanto como 20 veces más, dijo Jasinski, reduciéndola a solo una quinta parte de su volumen normal. Esto explicaría tanto la menor cantidad de plasma detectada cerca de Urano, que estaría atrapada más cerca del planeta dentro de la magnetósfera, como la intensidad de los cinturones de radiación, que se habrían llenado de electrones energéticos procedentes del sol.
La Nasa está trabajando en una misión para volver a Urano la próxima década. Tiene previsto lanzar una nave espacial en 2032 que orbitaría el planeta por primera vez y enviaría una sonda a su atmósfera. El nuevo artículo resalta lo poco que sabemos sobre el planeta y lo ansiosos que están los científicos por regresar.
Y los científicos afirman que hay buenas razones para estudiar Urano y su compañero gigante de hielo, Neptuno: proporcionan un punto de comparación para comprender muchos mundos similares alrededor de estrellas lejanas.
“La razón por la que nos importan Urano y Neptuno, y sus peculiares campos magnéticos e interiores, es porque la clase más populosa de exoplanetas son las supertierras y los subneptunos”, dijo Heidi Hammel, astrónoma y científica planetaria de la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía.
Y muchos científicos planetarios están entusiasmados con la idea de comprender mejor a Urano, que es especialmente inusual porque orbita de lado con respecto a los demás planetas, posiblemente como resultado de un impacto gigante al principio de su vida. “Tiene estaciones extremas, y el campo magnético gira en un ángulo muy extraño”, dijo Masters. Añadió que abundan otras preguntas: ¿Dónde se formó Urano? ¿Cómo funciona su atmósfera? ¿Ocultan sus lunas océanos como los que rodean a Júpiter, Saturno y Neptuno?
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“Tenemos muchos misterios que queremos resolver”, dijo.
Sin embargo, quizá el planeta sea un poco menos inusual de lo que sugirió el sobrevuelo de la Voyager 2. “Por eso tenemos que volver”, dijo Bagenal.