Su esposa, Jackline Mwende Ngila, dijo a The Associated Press que las pruebas realizadas luego de cuatro años de matrimonio revelaron que era el esposo el que tenía problemas reproductivos.
Afirmó que su relación se deterioró luego de los exámenes, que se realizaron hace tres años, y que su esposo no se presentó al tratamiento que le recetaron los médicos.
“Compramos un lote y construimos una casa, en la que siempre quisimos ver jugar a nuestros hijos”, comentó.
Su padre, Samuel Munyoki, preguntó: “Si Ngila nunca quiso a mi hija, ¿por qué no la devolvió?”.
Grupos de derechos humanos condenaron el ataque. “El gobierno necesita adoptar una postura de tolerancia cero al momento de proteger los derechos de las mujeres y las niñas”, aseguró Naitore Nyamu, de la organización Igualdad Ahora.
“Este es un caso particularmente indignante en Kenia”, señaló. “No podemos darnos el lujo de permitir que los perpetradores actúen con impunidad, que ha sido el caso en este país con el transcurso de los años”.
Pese al ataque, el consejo de Mwende Ngila para las personas casadas es “perseverar pese a los obstáculos. No todos los casos terminan como el mío”.