García subsiste a duras penas con 2500 pesos (125,17 dólares) al mes en un diminuto lugar de trabajo dentro de la casa que comparte con su esposa, Patrona, y su hija, Yareli. La casa tiene pisos de tierra y, durante la larga temporada de lluvias en Tabasco, tiende a inundarse. El polvo de sus proyectos de construcción cubre casi todo en la casa: está pegado en los muros de la recámara, el tanque del inodoro y las mesas de su cocina improvisada.
Sin embargo, eso cambiará pronto. En cuestión de meses, García y su familia se mudarán a una nueva casa a las afueras de Nacajuca, México: una construcción pulcra de 46 metros cuadrados con dos recámaras, una cocina y un baño terminados, así como tuberías internas. Lo más inusual de la casa es que fue hecha con una impresora 3D de 3 metros.
La impresión 3D, un proceso de fabricación en el que se construyen objetos capa por capa a partir de un archivo digital, está lista para tener un crecimiento explosivo. Después de que la pandemia produjo un auge de objetos impresos como hisopos para pruebas, equipo protector y partes de respiradores, se pronostica que el mercado de la impresión 3D tendrá un valor de 55.800 millones de dólares para 2027, según Smithers, una consultoría tecnológica.
Casi cualquier objeto se puede imprimir en 3D; en el ámbito de la construcción, se usan concreto, hule espuma y polímeros para producir edificaciones a escala real. La industria inmobiliaria está impulsando la tendencia: este año, la constructora SQ4D cotizó una casa impresa en 3D en Riverhead, Nueva York, en 299.000 dólares. Fue promocionada como la primera casa impresa en 3D a la venta en Estados Unidos, pero antes hubo proyectos similares en Francia, Alemania y los Países Bajos.
Y ahora, ha llegado la era de la comunidad impresa en 3D. La casa de García es una de 500 que está construyendo New Story, una organización sin fines de lucro con sede en San Francisco que se enfoca en brindar soluciones de vivienda a comunidades en extrema pobreza, en sociedad con Échale, una empresa de producción de viviendas de interés social en México, e Icon, una empresa de tecnología para la construcción, ubicada en Austin, Texas.
En 2019, cuando New Story se abrió camino en el pueblo, fue llamada la primera comunidad del mundo con casas impresas en 3D. Dos años y una pandemia más tarde, 200 casas están en construcción o completas, 10 de las cuales se imprimieron in situ con la impresora Vulcan II de Icon. Hay planes en curso para construir caminos, un campo de fútbol, una escuela, un mercado y una biblioteca.
Las casas para una sola familia son un buen campo de prueba para la durabilidad de la construcción impresa en 3D porque son pequeñas y ofrecen un proceso de diseño repetitivo sin mucha altura, comentó Henry D’Esposito, quien dirige la investigación sobre construcción en JLL, una firma de bienes raíces comerciales. También se les puede construir para resistir los desastres naturales: Nacajuca se encuentra en una zona sísmica y las casas del lugar ya han soportado un terremoto de magnitud 7,4.
La tecnología es prometedora, pero algunos inversionistas siguen cautelosos y están observando de cerca el surgimiento de los grupos de viviendas 3D.
En marzo, Palari Homes y la constructora Mighty Buildings anunciaron planes para una comunidad de más de una decena de casas impresas en 3D con un costo de 15 millones de dólares en Rancho Mirage, California. La comunidad tiene una lista de espera de más de 1000 personas.
El año pasado, el mercado de la impresión 3D creció un 21 por ciento y Hubs, una plataforma de fabricación, proyecta que duplicará su tamaño durante los próximos cinco años.
“En verdad es una manera muy efectiva y eficiente de construir un pequeño segmento de propiedades, pero no se puede trasladar al ecosistema más amplio de los inmuebles comerciales”, comentó D’Esposito. “No sabemos exactamente cómo les irá a estos inmuebles durante décadas o cuál será su retención de valor a largo plazo. Así que, para un inversionista o un prestamista, esa es una señal para ponerse alerta”.
En Nacajuca, construir una casa con la impresora Vulcan II de Icon se parece mucho a un inmenso cono de helado suave: se ponen capas de “lavacrete”, la mezcla de concreto registrada de la empresa, una después de la otra en espirales largas. La impresora se controla mediante una tableta o un teléfono inteligente, necesita apenas unos tres trabajadores y puede terminar una casa en menos de 24 horas.
“Sabemos que construir a mayor velocidad, sin sacrificar la calidad, es algo que debemos alcanzar pronto si, en lo que nos queda de vida, queremos dejar aunque sea una marca en el campo de la vivienda”, comentó Brett Hagler, director ejecutivo de New Story y uno de los cuatro fundadores.
La organización inició en 2015, poco después de que Hagler viajó a Haití y vio cómo había familias que seguían viviendo en tiendas de campaña años después del terremoto de 2010 que azotó la isla. En todo el mundo, 1600 millones de personas habitan viviendas inadecuadas, según Hábitat para la Humanidad.
“En verdad estamos buscando las mejores oportunidades para tener beneficios de impacto y eficiencia”, comentó Alexandria Lafci, una de las fundadoras de New Story. “Con la impresión en 3D, hay una ganancia muy significativa de velocidad, sin sacrificar la calidad”.
La velocidad es tan solo un factor para terminar un pueblo; New Story ha hecho equipo con autoridades locales de Tabasco para llevarle servicios de alcantarillado, electricidad y agua a la comunidad.
García, quien tiene planes de expandir su negocio de construcción a un espacio más grande en su nueva casa, comentó que no tenía en mente una fecha para mudarse. Le importa el impacto a largo plazo que tendrá la casa en su hija, quien está estudiando para ser enfermera.
“Cuando recibamos la casa, mi hija podrá contar con ella”, mencionó. “Ya no tendrá que preocuparse”.
Échale, empresa que ha operado en México durante 24 años, ayudó a New Story a elegir a los habitantes de las nuevas casas con base en su necesidad. Decidió que las escrituras de cada casa estuvieran a nombre de la mujer de la casa, no de toda la familia.
“Es para proteger a la familia”, comentó Francesco Piazzesi, director ejecutivo de Échale. “Un hombre vendería la casa si lo necesitara. Una mujer hará lo necesario para salvar la casa para sus hijos y su familia”.
Icon ha entregado más de dos decenas de casas impresas en 3D en todo Estados Unidos y México. Sus próximos proyectos cubren toda la gama, desde viviendas de interés social pasando por viviendas de alivio para desastres hasta inmuebles a precios de mercado. También hay un proyecto en curso con la NASA para desarrollar sistemas de construcción para el espacio, los cuales espera que con el tiempo sirvan de hábitats en la Luna y Marte.
Cuando Icon fue fundada, su obstáculo más grande fue convencer a los escépticos, comentó Jason Ballard, uno de los fundadores de Icon y su director ejecutivo.
“Hubo constructoras y desarrolladoras que me explicaron que no era posible que el concreto hiciera eso, aunque los llevé a nuestra casa impresa en 3D”, recordó. “Ahora nuestro reto más grande tan solo es hacer más impresoras”.