El mismo Obama, que cedió el poder el 20 de enero, felicitó inmediatamente a su “amigo” y dijo estar convencido de que Perez será capaz de reunificar al partido y “preparar el terreno para una nueva generación de líderes demócratas”.
Perez fue elegido presidente del Comité Nacional Demócrata (DNC, en inglés) con 235 votos a favor de los 435 en juego.
El candidato del “establishment” tendió en seguida la mano a su rival más fuerte Keith Ellison, que obtuvo 200 votos, convirtiéndole en su número dos.
El nuevo líder demócrata, cuyo nombre sonó como posible vicepresidente de Hillary Clinton en caso de victoria, hizo un llamamiento a la unidad, afirmando que su nombramiento es un punto de inflexión en la historia del partido.
“Nos preguntarán: '¿Dónde estabas en el 2017 cuando tuvimos al peor presidente de la historia de Estados Unidos?' Y seremos capaces de responder que reunimos al Partido Demócrata y que ese presidente sólo tuvo un mandato”, declaró.
El presidente de una formación en Estados Unidos no tiene la misma función que en otras democracias. No es la cara visible de la oposición -ese rol suelen asumirlo los líderes de los grupos en el Congreso- y tampoco fija las prioridades del partido.
Su labor consiste principalmente en recaudar fondos y promover los actos del partido a nivel nacional, además de organizar el funcionamiento de la formación a nivel territorial y gestionar las bases de datos de electores.
Su función es sobre todo crucial durante las primarias presidenciales, ya que debe garantizar la transparencia y la imparcialidad.
Luchar contra las divisiones
Luego de la derrota de Clinton en noviembre, la elección del líder del DNC ha suscitado más atención de la habitual. Muchos militantes quieren que el nuevo presidente sea la voz cantante en contra de Trump de manera más mediática y fuerte.
Los demócratas quieren aprovechar la ola de manifestaciones en contra del mandatario estadounidense -que no decae tras un mes en la Casa Blanca- en fuerza electoral de cara a los comicios legislativos de noviembre del 2018 y presidenciales del 2020.
Clinton mandó el viernes un mensaje a favor de la unión de los demócratas, pero enfatizó la necesidad de “seguir luchando y mantener la fe”.
“Los retos que afrontamos como partido y como país son reales”, dijo en un video.
“Ahora, más que nunca, necesitamos seguir comprometidos en el terreno y en línea, conectando con nuevos votantes, gente joven y todos aquel que quiera un Estados Unidos mejor, más fuerte y justo”, apuntó.
El mismo Ellison, de 53 años, llamó a la unidad luego de aceptar su derrota. “Les pido hacer todo lo posible para apoyar a Perez (…) No debemos permitir abandonar esta sala divididos”, señaló.
Ellison se convirtió en el 2006 en el primer musulmán que llegó al Congreso. Es un legislador afrodescendiente que representa al ala progresista y que había dejado abierta la puerta a lanzar un proceso de destitución contra Trump (impeachment, en inglés).
Fue uno de los primeros que apoyó a Sanders en las primarias presidenciales, un gesto que el senador de Vermont devolvió alentando su nombramiento al frente del DNC.
Trump “robó el mensaje de los demócratas” recordando todo el rato a los votantes de las clases trabajadoras que era el candidato que escuchaba sus preocupaciones, afirmó hace unos días.
Trump mira de cerca la carrera del DNC. A principios de esta semana tuiteó que la candidatura de Ellison era notable porque “¡él fue quien predijo tempranamente que yo ganaría!”.
Perez y Ellison manifestaron puntos de vista similares a la hora de gestionar el partido, durante un debate celebrado el miércoles.
Ambos saben que el DNC debe mandar un mensaje económico sólido a los trabajadores de clase media, que durante la campaña presidencial dijeron sentirse abandonados por los demócratas.