Las fuerzas rusas, tal como lo habían anunciado hace unos días, han reducido su presencia en las regiones de Kiev y Chernígov (norte), tras haber fracasado en su tentativa de rodear la capital.
Ahora parecen concentrar sus esfuerzos en el este y en el sur, cinco semanas después del inicio de la invasión ordenada por el presidente ruso, Vladimir Putin, el 24 de febrero.
En Mariúpol (sur), la Cruz Roja sigue esforzándose en organizar la evacuación de decenas de miles de personas atrapadas en esa ciudad portuaria del mar de Azov, carentes de comida, agua y electricidad.
“Liberación” de una tierra arrasada
Las localidades de “Irpin, Bucha, Gostómel y toda la región de Kiev fueron liberadas del invasor”, anunció la viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar.
El asesor presidencial ucraniano Mijailo Podoliak afirmó poco antes que Moscú cambió de “táctica” y ahora pretende “mantener el control de vastos territorios ocupados” en el este y el sur y “ganar un poderoso punto de apoyo allí”.
El repliegue ruso del norte permitió comprobar la devastación dejada por la guerra.
En Bucha, los cuerpos de al menos 20 personas vestidas con ropa de civil estaban esparcidos en una sola calle de la ciudad, indicaron reporteros de la AFP.
Uno de los cadáveres tenía las manos atadas a la espalda. Los cuerpos estaban diseminados a lo largo de varios centenares de metros. Según el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, “todas estas personas fueron asesinadas de un disparo en la nuca”.
Los combates y bombardeos dejaron un panorama apocalíptico, con enormes agujeros en edificios residenciales y automóviles destrozados.
Fedoruk dijo por teléfono a la AFP que “280 personas tuvieron que ser enterradas en fosas comunes”, pues era imposible hacerlo en los cementerios, aún al alcance de los bombardeos rusos.
Denuncia del papa
El Tribunal Penal Internacional ya ha abierto una investigación por posibles crímenes de guerra en Ucrania.
En una entrevista publicada por un diario suizo, la exfiscal internacional Carla Del Ponte instó a la Corte Penal Internacional (CPI) a emitir una orden de arresto contra Putin, a quien calificó de “criminal de guerra”.
Según la ONU, más de 4 millones de refugiados han huido de Ucrania desde la invasión y en total hay más de 10 millones de desplazados.
Ante una “emergencia migratoria” agravada, el papa Francisco pidió en la isla de Malta respuestas “compartidas” y señaló a “algún poderoso” encerrado en “sus intereses nacionales” como responsable de la guerra, en lo que fue interpretado como una alusión a Putin.
El pontífice argentino reveló que se planteaba viajar a Ucrania y denunció “las seducciones de la autocracia” y “los nuevos imperialismos”, que acarrean el riesgo de una “guerra fría ampliada que puede sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros”.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) afirmó que envió un equipo a Mariúpol para evacuar civiles, tras un intento fallido el viernes debido a que “las condiciones hicieron imposible proceder” a la operación.
Mariúpol ha soportado semanas de feroz bombardeo ruso, con al menos 5.000 habitantes muertos, según las autoridades locales, y 160.000 personas atrapadas en la ciudad en ruinas.
Decenas de buses con pobladores que habían conseguido salir de la ciudad llegaron el viernes a Zaporiyia, unos 200 km al noroeste.
“Lloramos cuando llegamos. Lloramos cuando vimos a los soldados en el puesto de control con emblemas ucranianos en los brazos”, contó Olena, quien cargaba a su pequeña hija en brazos.
“Mi casa fue destruida, la vi en fotos. Nuestra ciudad ya no existe”, agregó.
En Energodar, una ciudad del sur ocupada por las fuerzas rusas, una manifestación de habitantes que cantaron el himno ucraniano fue violentamente reprimida, con saldo de cuatro heridos, informó una legisladora en Kiev.
Nueva ayuda estadounidense
Las conversaciones de paz entre autoridades ucranianas y rusas continuaron el viernes por video, aunque el Kremlin avisó que un ataque ucraniano con helicóptero contra un depósito de combustible en la localidad rusa de Belgorod afectaría las negociaciones.
Kiev se negó a reivindicar ese ataque.
Consultado por la red estadounidense Fox News, Zelenski dijo: “Lo siento, no discuto ninguna de mis órdenes como comandante en jefe”.
Según el Ministerio británico de Defensa, el ataque en Belgorod y los informes de explosiones en depósitos de municiones cerca de esa ciudad agravarían los problemas rusos de abastecimiento.
Zelenski reiteró su pedido de mayor apoyo militar a las potencias occidentales.
“Dennos misiles, dennos aviones”, imploró Zelenski en Fox. “¿No nos pueden dar F-18 o F-19 o lo que tengan? Dennos viejos aviones soviéticos. Eso es todo (…). Denme algo para defender a mi país”.
El Pentágono posteriormente dijo que destinaría 300 millones de dólares en “ayuda de seguridad” para fortalecer la defensa ucraniana, además de los 1.600 millones que Washington anunció desde el inicio de la ofensiva rusa.
Economías en picada
Rusia enfrenta sanciones occidentales que han llevado a empresas multinacionales a abandonar el país. Según analistas occidentales, la economía rusa sufrirá un derrumbe de 10% este año.
China, socio cercano de Rusia, negó estar ayudando a Rusia a eludir “deliberadamente” las sanciones occidentales, al día siguiente de que la Unión Europea advirtiese que cualquier apoyo de Pekín a Moscú perjudicaría sus relaciones económicas con Europa.
La economía ucraniana también sufre los efectos devastadores de la guerra: su PIB se desplomó 16% en el primer trimestre del año con respecto al último de 2021, según estimaciones del ministerio de Economía.
Tanto Rusia como Ucrania son grandes productores agrícolas y de materias primas, y su colapso está provocando un fuerte aumento de la inflación en todo el mundo.