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En las dos últimas semanas, Trump atacó a cuatro congresistas demócratas, a un legislador negro, representante del área de Baltimore, y a un activista de los derechos civiles de minorías.
Sus ataques levantaron las críticas de que el mandatario promueve las divisiones raciales en Estados Unidos mientras apela a su base blanca de clase trabajadora ante las elecciones del próximo año.
El 16 de julio pasado, el presidente Trump negó que sus comentarios sobre cuatro congresistas demócratas fueran “racistas”, mientras crecía la polémica por los comentarios que hizo al aconsejar a las legisladoras -provenientes de minorías- que volvieran a sus países.
“Estos tuits no eran racistas. No tengo ni un hueso racista en mi cuerpo”, dijo Trump en Twitter en la referida fecha.
Se trata de Alexandria Ocasio-Cortez (representante de Nueva York, de origen portorriqueño), Ilhan Omar (de Minnesota, estadounidense nacida en Somalia), Ayanna Pressley (una legisladora negra que representa a Massachusetts) y Rashida Tlaib (de Michigan, de ascendencia palestina).
“No se nos acallará”, dijo recientemente la legisladora Ayanna Pressley, llamando a los estadounidenses a “no morder el anzuelo” ante estos ataques que, según dijo, apuntan a desviar la atención de los verdaderos problemas del país.