Tillerson y Kelly efectuaron una tensa visita al país latinoamericano y derivaron en parte la responsabilidad del problema migratorio a Centroamérica.
“Quiero dejar muy claro que no va a haber deportaciones masivas” y “el Departamento de Seguridad Nacional actuará conforme a derecho y respetando los derechos humanos”, señaló Kelly en una declaración conjunta con Tillerson y los secretarios mexicanos de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
“No habrá uso de fuerzas militares en operaciones migratorias”, repitió en dos ocasiones Kelly durante su intervención y sin que mediaran preguntas de los periodistas, pues no se admitieron.
Lo hizo apenas unas horas después de que Trump insinuara todo lo contrario, en una reunión en la Casa Blanca con ejecutivos de más de una veintena de grandes compañías manufactureras.
Trump afirmó que Kelly está siendo “increíble en la frontera” porque, “por primera vez”, se está sacando de EE. UU. a pandilleros, narcotraficantes y “tipos muy malos”, y a un ritmo “que nadie había visto antes”.
“Y es una operación militar”, subrayó a continuación el gobernante republicano.
Además de poner paños fríos, Kelly resaltó la importancia de que haya una “estrecha colaboración” con México en la cuestión y reveló que con sus interlocutores mexicanos conversaron sobre “la necesidad de reducir las causas de expulsión de migrantes de Centroamérica”.
De esa región proceden muchos de los inmigrantes irregulares que llegan a EE. UU. vía México, un país que asegura ser ahora más de tránsito que de origen de la diáspora hacia el norte.
“La falta de oportunidades económicas” en los países centroamericanos es lo que provoca que “esa maravillosa gente” tome esos riesgos, lamentó Kelly.
Por su parte, Videgaray anunció que los Gobiernos de México y EE. UU. acordaron celebrar una reunión con las naciones del Triángulo Norte centroamericano -El Salvador, Honduras y Guatemala-, Canadá y Colombia, entre otras, para abordar el fenómeno migratorio y buscar políticas de desarrollo que desincentiven el éxodo de personas.
Ese encuentro deberá fomentar un “diálogo constructivo” entre naciones en aras de crear “una responsabilidad regional conjunta para el desarrollo de América Central”, explicó.
Tensa visita
Kelly y Tillerson llegaron el miércoles a la capital mexicana en una esperada visita que comenzó con una cena con Videgaray, y los secretarios de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, y de Marina, almirante Vidal Francisco Soberón, además del fiscal general mexicano, Raúl Cervantes.
El jueves por la mañana sostuvieron un encuentro en la Cancillería mexicana con Videgaray, Osorio Chong y el secretario de Hacienda, José Antonio Meade.
La reunión se prolongó una hora y media más de lo previsto y generó fuertes especulaciones en la sala de prensa donde comparecieron luego de forma conjunta.
La migración centró hasta tal punto la declaración bilateral que Meade ya no apareció ante los reflectores ni hubo referencia alguna a la exigencia de Trump de renegociar a favor de EE. UU. el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994 entre México, Estados Unidos y Canadá.
Tampoco hubo un solo comentario sobre el muro que el presidente estadounidense quiere construir en la frontera de tres mil kilómetros que comparten y hacérselo pagar a México, en parte también porque no hubo preguntas de la prensa.
De esta forma, una visita que se preveía “difícil”, como aventuró Trump desde Washington este jueves, resultó más tranquila y sobre todo tranquilizadora para México, cuyo presidente, Enrique Peña Nieto, recibió después durante una hora a Tillerson y Kelly en la residencia de Los Pinos.
Esa cita con Peña Nieto había estado en entredicho desde primera hora del día, cuando el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, advirtió que su concreción dependía de que se alcanzaran antes “acuerdos” o hubiera “mensajes muy claros” o “elementos de sustancia” que la justificaran.
México ha concentrado la ira de Trump hacia el mundo desde antes incluso de que fuera el candidato presidencial del Partido Republicano.
Llegó a afirmar que los mexicanos son “violadores” y delincuentes” y a amenazar con poner impuestos a las remesas que los inmigrantes envían a su país desde EE. UU., además de las consabidas advertencias sobre las deportaciones, el muro y el TLCAN.
Ya como presidente, vio cómo Peña Nieto cancelaba en último momento a finales de enero una de las primeras visitas oficiales a la Casa Blanca de un mandatario extranjero, como reacción a unas políticas que en México son vistas como una afrenta.
Por eso, a la espera de que se vuelva a pronunciar Trump sobre la relación bilateral, la visita de Tillerson y Kelly parece un respiro para Peña Nieto y sus colaboradores, o al menos una señal de que es posible negociar con la nueva Administración de la Casa Blanca.