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Tanques, drones y soldados norcoreanos: Las batallas en Rusia se intensifican

Guerra en Rusia

Soldados ucranianos se refugian en un garaje de un pueblo cercano a la frontera rusa, pocas horas después de regresar de la región de Kursk. (Foto Prensa Libre: AFP)

Cinco meses después de que las fuerzas ucranianas cruzaran la frontera en la primera invasión terrestre de Rusia desde la Segunda Guerra Mundial, los dos ejércitos están librando allí algunos de los enfrentamientos más furiosos de la guerra, luchando por el terreno y por la influencia en el conflicto.

La intensidad de las batallas recuerda algunos de los peores asedios del este de Ucrania en los últimos tres años, incluso en ciudades como Bajmut y Avdiivka, nombres que ahora evocan recuerdos de matanzas masivas para los soldados de ambos bandos.

Los combates, en la región rusa de Kursk, han cobrado importancia por la posibilidad de que el territorio desempeñe un papel en cualquier negociación de alto al fuego. Ante la perspectiva de un nuevo presidente estadounidense impredecible —quien ha prometido poner fin a la guerra rápidamente, sin aclarar los términos—, Ucrania espera utilizar el territorio ruso como moneda de cambio.

Rusia, que cuenta con refuerzos norcoreanos, espera arrebatar ese territorio a Ucrania.

“Aquí, los rusos necesitan tomar este territorio a cualquier precio y están volcando en él todas sus fuerzas, mientras que nosotros estamos dando todo lo que tenemos para mantenerlo”, dijo el sargento Oleksandr, de 46 años, líder de un pelotón de infantería ucraniano. “Estamos aguantando, destruyendo, destruyendo, destruyendo… tanto que es difícil incluso de comprender”.

Él y otros soldados, que pidieron ser identificados solo por el nombre de pila o el distintivo de llamada de acuerdo con el protocolo militar, dijeron que el ataque de la infantería norcoreana había hecho que las batallas fueran mucho más feroces que antes.

“La situación empeoró mucho cuando empezaron a llegar los norcoreanos”, dijo el sargento segundo Oleksii, de 30 años, jefe de pelotón. “Están presionando nuestros frentes en masa, encontrando puntos débiles y abriéndose paso a través de ellos”.

Rusia, con la ayuda de unos 12.000 norcoreanos, ha recuperado aproximadamente la mitad del territorio que perdió durante el verano. Sus asaltos de la semana pasada han mermado aún más el territorio en poder de Ucrania.

Pero las fuerzas ucranianas también han pasado al ataque en los últimos días, tratando de asegurar una zona al oeste de Sudzha, una pequeña ciudad en Rusia a unos 10 kilómetros de la frontera que se ha convertido en el ancla de las fuerzas ucranianas, que se apoderaron de unos 500 kilómetros cuadrados en agosto.

“Si siguen presionándonos y no respondemos, el enemigo tendrá una sensación de superioridad”, dijo Andrii, de 44 años, oficial de inteligencia militar. “Cuando alguien sigue golpeándote y tú no le devuelves el golpe, el atacante se sentirá psicológicamente cómodo, incluso relajado”.

Los rusos han frustrado en gran medida el asalto, pero los combates continúan y la situación sigue siendo impredecible, dijeron los soldados.

La intensidad de los combates podía vislumbrarse en la carretera que se aproxima a la frontera rusa: un flujo constante de tanques, vehículos blindados de transporte de tropas y otros vehículos rodaban junto a equipos averiados y reventados.

Las bombas y los cohetes rusos estallaban con fuerza atronadora en las aldeas fronterizas y podían verse misiles ucranianos surcando el cielo en la dirección opuesta.

Decenas de miles de drones también cazaban objetivos. Han transformado el campo de batalla, aunque Ucrania ha mejorado sus capacidades de guerra electrónica, limitando la eficacia de los drones que se basan en señales de radio. Rusia ha inundado ahora el teatro de operaciones con drones guiados por cables ultrafinos de fibra óptica, con un alcance de vuelo de más de 16 kilómetros.

La mejor defensa actual contra ellos es una escopeta, dijeron los soldados ucranianos.

La reanudación de los combates se produce en un contexto político muy incierto. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, pasó meses en campaña cuestionando la ayuda militar estadounidense a Ucrania. Ha dicho que quiere poner fin rápidamente a la guerra, pero no ha indicado cómo.

Las fuerzas rusas llevan más de un año a la ofensiva en el este de Ucrania, logrando avances constantes a pesar de las enormes pérdidas.

Con su incursión, Ucrania pretende crear una zona de amortiguamiento para proteger a cientos de miles de civiles en la ciudad de Sumy, a menos de 32 kilómetros de la frontera con Rusia. Ucrania también quiere aliviar la presión en el frente oriental haciendo que los rusos regresen a su propia tierra.

El presidente Volodímir Zelenski dijo que la campaña había enviado un poderoso mensaje al mundo de que Ucrania puede hacer algo más que jugar a la defensiva.

“Es una de nuestras victorias, creo que una de las mayores victorias, no solo del año pasado, sino de toda la guerra”, dijo Zelenski el jueves en Alemania, mientras se reunía con representantes de las naciones que proporcionan apoyo militar a Ucrania.

Aun así, algunos analistas militares han advertido de que la campaña de Ucrania en Kursk podría exigir cada vez más a sus fuerzas y hacerles perder terreno en su propia región oriental de Donbás.

Muchos soldados que lucharon en Kursk creen que las dolorosas pérdidas en el este de Ucrania habrían sido aún peores sin su campaña.

“Tenemos que entender que los rusos utilizan a sus soldados de élite y sus mejores reservas en esta zona”, dijo el capitán Oleksandr Shyrshyn, de 30 años, comandante de batallón de la Brigada Mecanizada 47. “Teniendo en cuenta lo que podrían estar haciendo en otras partes de Ucrania, eso es bueno”.

Todavía tenía los ojos sombríos después de una batalla, unos días antes, para frustrar un gran asalto ruso.

Los rusos atacaron las posiciones ucranianas en seis oleadas, empleando más de 50 tanques, vehículos blindados de transporte de tropas y otros vehículos.

Aunque decenas de soldados enemigos murieron y resultaron heridos y se destruyó gran parte del material ruso, dijo el capitán Shyrshyn, los rusos avanzaron un par de kilómetros.

“Cuando llega la primera oleada, nos concentramos en ella, nos ocupamos de ella y luego llega la siguiente”, dijo. No hay tiempo para redirigir la artillería u otros recursos mientras la siguiente oleada avanza desde una línea de ataque diferente.

“Nos quedamos atrás”, dijo. “Entonces llega la siguiente oleada, y una de ellas consigue llegar a la sección requerida y cumplir su tarea”.

Sigue siendo difícil, dijo, ver cómo tantos en Occidente ven la guerra de Ucrania como un videojuego y se niegan a ver la amenaza que supone Rusia para el mundo.

Reconoció el descenso de la moral ucraniana a lo largo de casi tres años de guerra, pero dijo que la mayoría de los soldados seguían comprendiendo por qué debían luchar. “Detenernos significará nuestra muerte, eso es todo”, dijo.

La entrada de Corea del Norte en la guerra, dijeron algunos soldados ucranianos, debería alarmar a las naciones europeas y a sus aliados.

Las tropas norcoreanas han luchado como una fuerza disciplinada, dedicada e intrépida, dijeron, normalmente desplazándose en grandes formaciones a pie, incluso a través de campos de minas mientras estaban bajo fuego de artillería pesada y eran acechadas por drones. Las autoridades ucranianas dijeron el sábado que sus fuerzas habían capturado a dos soldados norcoreanos y que eran los primeros capturados vivos hasta el momento.

El sargento Oleksandr, jefe de pelotón, dijo que la matanza de Kursk era tan aterradora como todo lo que había presenciado desde que se alistó en el ejército en 2014.

“Miras y no puedes comprender del todo dónde estás, viendo cada día a cuánta gente destruimos”, dijo.

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Lo comparó con Bajmut, cuando había que sustituir periódicamente a los ametralladores porque no podían soportar el ritmo de la matanza. “Después de dos horas de abatir a tanta gente, no podían soportarlo mentalmente”, dijo.

“Ahora ocurre lo mismo aquí”, dijo, compartiendo un video grabado con un teléfono celular en el que se veían las secuelas de un asalto reciente. El campo estaba sembrado de cadáveres, desgarrados y retorcidos y amontonados de forma que resultaba difícil contar los muertos.

“Lo peor es para la infantería”, dijo. “Cuando estás ahí sentado y vienen hacia ti, y todo vuela hacia ti”.

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