Decenas de correos electrónicos entre personas vinculadas a la campaña de Trump, asesores externos y aliados cercanos del expresidente muestran una atención especial en reunir listas de personas que, en su nombre, afirmarían —sin fundamento— ser electores en estados clave que Trump había perdido en el Colegio Electoral.
En los correos electrónicos revisados por The New York Times y autentificados por personas que trabajaban con la campaña de Trump en ese momento, un abogado que participó en las conversaciones usó en repetidas ocasiones la palabra “falsos” para referirse a los supuestos electores, que pretendían proveer una justificación al vicepresidente Mike Pence y a los aliados de Trump en el Congreso para entorpecer el proceso de certificación del resultado electoral. Y los abogados que trabajaron en la propuesta dejaron claro que sabían que era posible que los electores pro-Trump que estaban presentando no resistirían el escrutinio legal.
“Simplemente estaríamos enviando votos electorales ‘falsos’ a Pence para que ‘alguien’ en el Congreso pueda presentar una objeción cuando se empiecen contar los votos, y argumentar que los votos ‘falsos’ deben ser contados”, escribió Jack Wilenchik, un abogado con sede en Phoenix que ayudó a organizar a los votantes a favor de Trump en Arizona, en un correo que le envió a Boris Epshteyn, asesor estratégico de la campaña de Trump, el 8 de diciembre de 2020.
En un correo electrónico de seguimiento, Wilenchik escribió que “votos ‘alternativos’ probablemente es un mejor término que votos ‘falsos’”, agregando un emoji de cara sonriente.
Los correos brindan detalles inéditos sobre cómo un ala de la campaña de Trump trabajó con abogados y asesores externos para organizar un plan electoral y buscar una variedad de otras opciones, a menudo sin pensar en su practicidad. Un correo electrónico revela que muchos de los principales asesores de Trump fueron informados de los problemas que tenían para nombrar a los votantes de Trump en Michigan —un estado que había perdido—, porque las normas pandémicas habían forzado el cierre del edificio del Capitolio estatal, donde los supuestos electores se habrían reunido.
Las comunicaciones muestran que los participantes en las discusiones informaron detalles de sus actividades a Rudolph Giuliani, el abogado personal de Trump y, en al menos un caso, a Mark Meadows, el jefe de gabinete de la Casa Blanca. Casi al mismo tiempo, según el comité de la Cámara de Representantes que investiga el ataque del 6 de enero, Meadows envió un correo a otro asesor de campaña en el que advertía: “Solo necesitamos a alguien que coordine a los votantes de los estados”.
Muchos de los correos electrónicos están dirigidos a Epshteyn, quien coordinaba a las personas dentro y fuera de la campaña de Trump y la Casa Blanca y sigue siendo un colaborador cercano de Trump.
Epshteyn, según muestran los correos, era un contacto usual para John Eastman, el abogado que diseñó el plan adoptado por Trump para entorpecer la certificación del resultado del Colegio Electoral en el Congreso el 6 de enero de 2021.
Epshteyn no solo le presentó y envió a Giuliani la propuesta detallada para el 6 de enero que Eastman preparó, sino que también se encargó de cómo pagarle a Eastman e hizo los arreglos necesarios para que asistiera a la Casa Blanca el 4 de enero de 2021, según los correos electrónicos.
Ese fue el día de la reunión en el Despacho Oval en la que Trump y Eastman presionaron sin éxito a Pence para que adoptara el plan, un intercambio del que fueron testigos los dos principales asesores de Pence, Marc Short y Greg Jacob, quienes testificaron la semana pasada frente al jurado federal que investiga el asalto al Capitolio, y las decisiones que provocaron ese incidente.
Los correos destacan la actuación de Mike Roman, director de operaciones del día de las elecciones para la campaña de Trump, quien se encargó de buena parte del trabajo preliminar para encontrar las formas de desafiar las derrotas de Trump en los estados clave.
Epshteyn y Roman estuvieron en coordinación con otras personas que tuvieron un rol en asesorar a Trump, según muestran los correos electrónicos. Entre esas personas estaban los abogados Jenna Ellis y Bruce Marks; Gary Michael Brown, quien fue subdirector de operaciones del día de las elecciones para la campaña de Trump, y Christina Bobb, quien en ese momento trabajaba para One America News Network y ahora trabaja con el comité de acción política de Trump.
Al parecer, los correos electrónicos no se compartieron con los abogados de la Oficina del Abogado de la Casa Blanca, quienes informaron que el plan de “electores falsos” no era sólido legalmente, ni con otros abogados en la campaña.
Algunos de los involucrados también expresaron en los correos electrónicos su anuencia para mantener algunas de sus actividades fuera del ojo público.
Por ejemplo, después de que Trump recibió a los legisladores del estado de Pensilvania en la Casa Blanca a finales de noviembre para discutir la restitución del resultado de las elecciones, Epshteyn celebró cuando la noticia del encuentro no fue filtrada con rapidez. “La reunión en la CB no se ha hecho pública, lo cual es impactante y grandioso”, le escribió a Ellis.
El 8 de diciembre de 2020, Wilenchik escribió que Kelli Ward, una de las republicanas de Arizona que participaron en el plan de los electores falsos, recomendó tratar de “mantenerlo en secreto hasta que el Congreso cuente los votos el 6 de enero, para que podamos intentar sorprender a los demócratas y a los medios con eso, y me inclino a estar de acuerdo con ella”.
Epshteyn, Wilenchik, Roman, Eastman, Bobb y James Troupis, otro abogado involucrado en el plan, se negaron a comentar o no respondieron a los correos electrónicos o llamadas para solicitar sus comentarios.
Marks, en un correo electrónico, cuestionó que hubiera algo inapropiado o indebido en su trabajo.
“No creo que haya nada ilegal en las listas alternas de delegados, y particularmente en Pensilvania”, dijo. “Había un historial de listas electorales alternativas en Hawái en 1960. Nada sobre esto era secreto: se proporcionaron a los Archivos Nacionales, según entiendo que fue el procedimiento, y luego le correspondía al Congreso decidir qué hacer”.
Marks agregó: “No estuve involucrado con el consejo del profesor Eastman con respecto al papel del vicepresidente, del cual me enteré después del hecho y no respaldo”.
El comité de la Cámara de Representantes que investiga el ataque del 6 de enero al Capitolio ha recopilado pruebas de que Trump tenía conocimiento del plan sobre los electores. Ronna McDaniel, la presidenta del Comité Nacional Republicano (CNR), dijo en una declaración que Trump la había llamado y puso a Eastman al teléfono “para hablar de la importancia de que el CNR ayude a la campaña para reunir a estos electores contingentes”.
El panel también escuchó el testimonio de Jacob, quien fue abogado de Pence en la Casa Blanca, quien indicó que Eastman reconoció en la reunión del Despacho Oval del 4 de enero —donde Trump estaba presente— que su plan de que Pence obstaculizara la certificación electoral violaba la Ley de Conteo Electoral.
En ocasiones, los correos electrónicos muestran poca precisión en las conversaciones entre los abogados. Marks se refirió en repetidas ocasiones a Cleta Mitchell, otra abogada que ayudaba a Trump, como “Clita” y “Clavita”, lo que ocasionó que Epshteyn replicara: “Es Cleta, no Clavita”.
Para principios de diciembre, Epshteyn parecía estar ayudando a coordinar los esfuerzos, al deliberar repetidamente con Marks y otros. Wilenchik le dijo a sus colegas abogados que había estado discutiendo una idea propuesta por otro abogado que trabajaba con la campaña, Kenneth Chesebro, un aliado de Eastman, para enviar listas de electores leales a Trump.
“Su idea básicamente es que todos nosotros (Georgia, Wisconsin, Arizona, Pensilvania), hagamos que nuestros electores envíen sus votos (aunque los votos no son legales bajo la ley federal, porque no están firmados por el gobernador), de modo que los integrantes del Congreso se peleen sobre si deben contarse el 6 de enero”, escribió Wilenchik en un correo electrónico enviado a Epshteyn y a otras personas, el 8 de diciembre de 2020.
Al organizar el esquema de falsos electores, los abogados nombraron a una “persona de enlace” en siete estados para organizar a los electores dispuestos a firmar documentos falsos. En Pensilvania, ese enlace era Douglas V. Mastriano, quien ahora es el nominado republicano a la gubernatura y fue partidario de las mentiras de Trump sobre el robo de las elecciones.
Pero incluso Mastriano exigía garantías para seguir el plan que otros republicanos le decían era “ilegal”, según un correo electrónico enviado por Bobb que también apuntaba a Giuliani, exalcalde de la Ciudad de Nueva York, el 12 de diciembre.
“Mastriano necesita una llamada del alcalde. Hay que hacerlo. Hablarle de la legalidad de lo que están haciendo”, escribió. Y añadió: “Los electores quieren que los tranquilicen de que el proceso es * legal * y esencial para la estrategía general”.
Los correos mostraban que, al principio, el grupo esperaba que las legislaturas estatales republicanas o los gobernadores se unieran a sus planes para darles un sello de legitimidad. Pero para diciembre, estaba claro que ninguna autoridad iba a aceptar participar, así que los abogados de Trump se propusieron presionar a Pence, quien debía presidir una sesión conjunta del Congreso el 6 de enero.
El 7 de diciembre, Troupis, que trabajaba para la campaña de Trump en Wisconsin, le escribió a Epshteyn que no había “necesidad de que los legisladores actuaran”. Invocó el análisis jurídico de Chesebro de que la clave para las esperanzas de Trump no era bloquear la certificación estatal de los electores el 14 de diciembre, sino crear un motivo para que Pence bloqueara o dilatara la certificación del Congreso de los resultados del Colegio Electoral el 6 de enero.
“La segunda lista solo se presenta al mediodía del lunes y vota y luego transmite los resultados”, escribió Troupis sobre la organización de las listas de electores republicanos para que emitieran votos por Trump el 14 de diciembre. “Le corresponde a Pence abrirlos el 6 de enero. Nuestra estrategia, que pensamos se puede replicar en los 6 estados en disputa, es que los electores se reúnan y voten de modo que una decisión interina de una corte certifique a Trump como ganador pueda ejecutarse por la corte y ordenar al gobernador que emita lo necesario para nombrar a los electores. La clave sería que los seis estados lo hagan de modo que la elección siga en duda hasta enero”.
Los documentos también mostraron que el equipo legal se había apoyado en información muy desacreditada para los reclamos de fraude electoral. El 17 de diciembre, Epshteyn escribió a Giuliani que un documento de fraude electoral creado por el asesor de Trump en materia de comercio, Peter Navarro — que ha sido desacreditado por informes periodísticos, funcionarios estatales y tribunales— “parece ser el resumen más completo de fraude de votantes de esta temporada electoral”.
Los abogados estaban conscientes de que sus esfuerzos jurídicos eran motivo de sorna. El 23 de diciembre, Marks escribió: “A ustedes los están matando en los medios por su estrategia de litigio, incluso en Fox y entre los conservadores”.
Pero no se amilanaron.
Para la víspera de Navidad, Eastman parecía querer aprovechar el poder de los millones de seguidores de Trump.
Esa noche, Eastman le envió a Epshteyn un correo electrónico que había recibido en el que una mujer le rogaba pedirle a Trump que “le dijera a sus 74 millones de seguidores lo que quiere que hagan para ayudar”. Y añadió: “Tenemos que ser una sola voz, con precisión láser, EXPRESÁNDOSE CON LA FUERZA DE 74 MILLONES”.
En su correo electrónico a Epshteyn, Eastman escribió, “Pensé en reenviarte esto. La fuerza de 74 millones. Averigüemos un modo específico de desplegarlos. ¿Estruendo vibrante? ¿Una legislatura a la vez? Los demás podrían darse cuenta”.
Días antes, Trump les había dicho a sus seguidores que fueran a Washington el 6 de enero para una “protesta” que prometía sería “salvaje”.
El 27 de diciembre, Epshteyn escribió que a Trump le “gustaba” el enfoque agresivo que proponían los abogados y que Eastman sería el “rostro de la estrategia de medios” junto con Giuliani.
“Necesitamos una voz allá”, escribió Epshteyn sobre Eastman, diciendo que a él “ya lo había dado a conocer/apoyado POTUS”.
En ese momento, solo faltaban días para el 6 de enero.