La última intervención pública de la aspirante a primera dama, databa de la convención republicana, a mediados de julio. Entonces fue criticada por haber plagiado pasajes enteros de un discurso de Michelle Obama del 2008.
Acompañada de Karen Pence, la esposa del compañero de fórmula de Trump, esta vez evitó las imágenes para ceñirse a un discurso simple y directo, netamente dirigido a las mujeres y a las madres en particular.
Presentándose como una mujer “independiente”, Melania Trump afirmó que su esposo respeta “a las mujeres y les (ofrece) las mismas oportunidades” que a los hombres.
El discurso buscó subsanar los errores cometidos recientemente por Trump, que degradaron su imagen ante las mujeres, que ya era negativa.
El cotidiano The Washington Post hizo público a inicios de octubre una grabación del 2005, en la que el candidato republicano se ufanaba de abusar de mujeres sin su consentimiento, amparado en su celebridad.
La revelación de ese documento incitó a más de una decena de mujeres a acusar públicamente a Trump de comportamiento inapropiado, que en algunos casos podrían constituir agresión sexual.
En el tercer y último debate presidencial, a fines de octubre, el candidato republicano negó esos hechos y afirmó que las acusaciones habían sido “ampliamente desmentidas”.
Evocando sus ambiciones de convertirse en primera dama, Melania Trump afirmó que sería “una defensora de las mujeres y los niños”.
Globalmente, pronunció un discurso más apaciguado y aglutinador que los de su marido, ante un público más calmo que el que concurre a los mitines de Trump.
“Debemos tratarnos con respeto y gentilmente, aún cuando no estemos de acuerdo”, exhortó, al término de un discurso de menos de 20 minutos.